La guerra árabe israelí de 1948 la nakba, la catástrofe por antonomasia para el pueblo palestino abrió entre otros un problema que se arrastra hasta la actualidad, sólo que aumentado hasta la exasperación: el de los refugiados, que desde aquella fecha, junto con sus descendientes, malviven a costa de la ayuda internacional en los territorios ocupados y en los países limítrofes. A ellos hay que sumar los desplazados tras la guerra de 1967 y los menos conocidos, los palestinos que residen en el interior del Estado sionista. Si bien la resolución 194 (III)/1948 de la Asamblea General de las Naciones Unidas instaba al Estado de Israel a admitir de nuevo a los expulsados («transferencia de población», en la jerga israelí) o compensarlos, Israel se ha negado sistemáticamente a ello. La cuestión de los refugiados es una de las que el autor llama «políticas de la negación» por parte de Israel, quizá la más grave y el origen de todas las demás. Esta obra estudia las distintas etapas de la posición israelí ante ella. El rigor y la contención de la exposición y el abundante material procedente de archivos, incluidos los israelíes, hace que la tragedia de la diáspora palestina se muestre en toda su crudeza como una apelación a la conciencia universal y, al tiempo, explica dónde se encuentra una de las dificultades mayores para la resolución del conflicto de Oriente Próximo.