Las canciones de corro, de comba, las retahílas, las canciones de juego, las de echar a suertes, requieren un ámbito lúdico cada vez más escaso. Ya no es tan habitual ver a los niños jugando al ritmo de estas canciones en parques y plazas. La escuela, el patio del colegio, se pueden convertir, con la colaboración del maestro, en el último reducto a partir del cual rescatar estas canciones y juegos del olvido. Este extenso repertorio forma parte de nuestro folclore y, si se pierde, estaremos relegando al olvido una parte importante de nuestra cultura.