A finales de 1971, librerías y galerías de arte españolas sufrieron los ataques de grupos de ultraderecha, que desde las primeras incursiones nocturnas con pintura, incrementaron vertiginosamente su grado de violencia hasta consumar la destrucción de los grabados de la Suite Vollard en la galería Theo de Madrid. Tradicionalmente, estas agresiones han sido incluidas en una secuencia más amplia de atentados contra la cultura que se prolongaron hasta los albores de la democracia. Sin embargo, sus circunstancias sugieren que fueron acciones específicas y planificadas que conformaron una auténtica campaña cuyo propósito era la destrucción de un símbolo: el nombre de Picasso. Este trabajo expone la responsabilidad ideológica de estos atentados y recupera la memoria de aquellos que acontecieron también en Barcelona, donde los mismos grupos usaron cócteles molotov para arrasar la sala Taller de Picasso y la librería Cinc d?Oros, cuyo local reducido a cenizas mostraba los restos carbonizados de su homenaje a Picasso. Esta ofensa a Picasso no suscitó respuesta oficial alguna, ni siquiera en Barcelona, ciudad picassiana que, en pleno franquismo, inauguró un museo dedicado al artista y lo amplió para acoger sus donaciones. Provocó, no obstante, una respuesta artística en forma de proyectos privados, y en ocasiones clandestinos, destinados a desagraviar a Picasso, al hombre y al artista. Bajo el lema «contra la violencia, inteligencia», constituyeron espacios de conciliación ética y estética cuyo análisis aporta otro punto de vista a la interpretación de la recepción del artista, y pone de relieve que, como modelo de actitud, favoreció la aparición de conductas intelectuales y artísticas críticas ante el franquismo.