Patio de honor –que es ya objeto de estudio en universidades marroquíes y ha sido reeditada en la ciudad palestina de Ramala en 2002– se estructura en dos partes relacionadas pero claramente diferenciadas. La primera está consagrada a Barranda, probable aldea de infancia que desde las primeras líneas del relato nos envuelve en un inhóspito universo rural montañés, repleto de leyendas y creencias populares destinadas a explicar acontecimientos insólitos y desmanes de la naturaleza. En la segunda parte, a base de retratos de personajes/compañeros de cárcel, el autor emprende una conjura de los años pasados en prisión junto a decenas de militantes de los movimientos marxista-leninistas 23 de Marzo, Ila al-amam y Servir al pueblo en “aquellas celdas pegadas unas a otras que eran como tumbas..., o mejor dicho, como hornos que fundían todo tipo de recuerdos y emociones”.