Los apóstoles tuvieron el valor de ir a la India, a África y a otros lugares lejanos afrontando infinidad de peligros y de dificultades. Pudieron alcanzar realmente los "extremos confines del mundo", según la expresión bíblica (cf. Sal 19,5), porque sabían que no perderían la totalidad que habían encontrado. Estaban seguros de que la relación con Jesús no se acabaría y de que tampoco se extraviarían.