Alicante, marzo de 1939. En un zulo lleno de polvo, un miliciano republicano espera con tranquilidad la llegada de los refuerzos a la ciudad. Pero la calma de la que gozan tanto él como su singular acompañante, un amable poeta, pronto se verá truncada por la irrupción de un grupo de artistas madrileños, en busca de refugio tras haber recibido un aviso de bombardeo inminente. A partir de ese momento y durante las horas siguientes, el miliciano tendrá que lidiar no sólo con sus propios demonios, sino también con los de la pintora, el pintor, el dramaturgo, el compositor y el director teatral, cuyos dramas e intenciones se entremezclan en un escenario poco esperanzador: los últimos días de la Guerra Civil Española. Pasajes a Orán nos habla de las ciudades de retaguardia durante la guerra, de las tragedias enterradas bajo los adoquines como el terrible bombardeo sufrido por el Mercado Central de Alicante en 1938, pero también es un lamento por aquella generación de artistas españoles, que tanto tenían que mostrar, pero que se perdieron para siempre por culpa del conflicto bélico.