La contradictoria realidad del Estado capitalista moderno, de la que las crisis económicas son síntomas inequívocos, se esfuerza por adaptarse a las nuevas realidades de la lucha de clases. Así es como va a remolque de la historia, comprometiendo con su existencia misma la idea de progreso social que sólo una revolución, en un sentido amplio, puede garantizar. "La crisis actual del capitalismo es una verdadera crisis estructural, distinta como tal en el plano económico, de las simples crisis cíclicas del capitalismo."