La experiencia paisajística puede tener un valor emocional muy importante, de manera que el entorno que observamos y con el que interactuamos incide en nuestro interior y puede mejorar el ánimo, otorgar paz espiritual y permitir que la imaginación se desarrolle entre tanta belleza. Además, los elementos naturales también pueden construirse en nuestra mente como una visión artística de aquel lugar idílico que más nos inspira.