De la oscuridad a la luz, gracias a la fotografía, su territorio comenzó a ser objeto de la mirada pública en una magnitud nunca antes igualada. Las tarjetas postales con reproducciones fotográficas de paisajes fueron un capítulo relevante de ese proceso de encantamiento y hoy parecen producto de un plan de registro a escala del país. La utopía del proyecto coincidía con el clima de la época: el aniversario del centenario patrio (1910), el auge inmigratorio, la expansión económica y con un territorio recientemente abierto a la inmigración, aún no mensurado con exactitud ni canonizad en sus formas de divulgación. Las postales comenzaron a circular como expresión de una moda mundial en los últimos años del s. XIX y se reprodujeron por millares hasta entrada la década del 30.