En medio del bullicio de nuestro tiempo, son muchas las personas que sienten la necesidad de liberarse de su ruidoso ajetreo y encontrar la tranquilidad. A otros, en cambio, el silencio les resulta arduo y penoso. Los monjes, tan dados al silencio, no hablan apasionadamente del mismo. El apasionarse es siempre un síntoma de que se han proyectado demasiados deseos inconscientes en un objeto. En los escritos monásticos se habla con mucha sobriedad del silencio, que nunca es definido como el único medio del camino espiritual, sino que es contemplado siempre en relación con todos los demás medios con los que el monje ha de familiarizarse: la oración, la meditación, la dirección espiritual, el trabajo, el ayuno, la limosna, el amor al hermano y la práctica de la hospitalidad. El silencio como camino espiritual consta de tres fases: el encuentro consigo mismo, el desprendimiento o liberación, y la unidad con Dios y con uno mismo. El silencio es más que ausencia de palabras. Es una premisa para el cambio personal y, al mismo tiempo, un primer paso a lo largo del camino interior. Con ayuda del silencio, el ser humano accede a sí mismo, a la oración, y al diálogo con Dios. ANSELM GRÜN, nacido en 1945, monje y administrador de la abadía benedictina de Münsterschwarzach, es acompañante y consejero espiritual de muchas personas y uno de los autores cristianos más leídos de la actualidad.
De la misma manra que se puede encontrar oro en los más diversos lugares de la naturaleza, también es posible descubrir cosas valiosas en el día a día. Las fortalecedoras palabras de Anselm Grün nos ayudan a dirigir la mirada a lo bello y resplandeciente que hay en la vida; nos acompañan en la búsqueda de los tesoros, a veces escondidos, de nuestras propias vidas.
Desde hace dos décadas da vueltas en la conciencia de muchos europeos la pregunta por la identidad del hombre. El movimiento feminista ha fortificado la autoconciencia de muchas mujeres. Pero esto ha suscitado la perplejidad e inseguridad en los hombres. A la luz de algunas figuras bíblicas masculinas, Anselm Grün quiere mostrarnos cómo pueden los hombres encontrar su propia identidad, uniendo dos elementos: la lucha y el amor. Quien solamente lucha, corre el peligro de volverse duro e insensible. Quien solamente ama, propende a potenciar sólo su parte afectiva de ternura. Las dos virtualidades pertenecen a la masculinidad. Como luchador, el hombre es capaz de amar. Y su lucha necesita el amor, para que no se convierta en un combate rabiosamente ciego. INDICE: Introducción. Adán: hombre y mujer. Abrahán: el peregrino. Isaac: el huérfano de padre. Jacob: el Padre. José: el mago. Moisés: el guía. Sansón: el guerrero. David: el rey. Salomón: el amante. Jeremías: el mártir. Elías: el profeta. Job: el justo sufriente. Jonás: el bufó n. Pedro: la roca. Pablo: el misionero. Juan Bautista: el hombre selvático. Juan: el amigo y el anciano sabio. Jesús: el Salvador. Resumen: Caminos para llegar a ser hombres. Bibliografía.
En ocasiones, nos encontramos en nuestra vida en situaciones a partir de las cuales las cosas no pueden seguir siendo como habían sido hasta entonces; son momentos en los que tenemos que adecuarnos a nuevas circunstancias, renovarnos a nosotros mismos, cambiar. Sin embargo, para el Anselm Grün el cambio es un concepto más bien negativo, en cuanto implica que hay cosas en nosotros que son «erróneas» de la forma en que están. Grün opone a ello el concepto de transformación, claramente más abarcador, porque incluye también las debilidades y sombras que hay en nosotros. La transformación ocurre cuando logramos mirar de frente y aceptar también esos lados difíciles de nuestro ser, asumirlos como aspectos que nos pertenecen. Justamente esos aspectos pueden convertirse entonces para nosotros en compañeros y guías que nos señalan el camino hacia el tesoro que se halla escondido en nuestro interior.
¿ Cómo puedo orar? ¿ Cómo aprender?. Muchos se sienten perdidos en eso de la oración. Orar significa adentrarse en el misterio de Dios, abrirse a Él, que trasciende nuestro mundo.
Muchas personas presienten que la salud es mucho más que una sustitución de piezas desgastadas y que no se puede garantizar con unas recetas médicas porque supone una relación correcta del individuo consigo mismo, con los demás, con la creación y con su autor, Dios. Este libro no es un recetario contra algunas de las enfermedades más difundidas, como depresión, hipertensión, obesidad, neurosis, etc., pero puede ayudar a los que las padecen, ofreciendo remedios que escapan a la medicina tradicional.
Desde perspectivas distintas y con acentos diferentes, Anselm Grün y Leonardo Boff se aproximan a un mismo tema: ¿dónde y cómo encontrar a Dios? Grün busca a Dios en el ser humano: en uno mismo y en el otro. Boff descubre a Dios en el universo, desde el Big Bang inicial hasta los seres vivos que habitan el planeta Tierra. Son dos puntos de partida diversos: el anhelo de experimentar a Dios como persona y el de verlo emerger desde dentro del proceso del universo en evolución. Ambos caminos, sin embargo, convergen en una misma conclusión sobre la esencia divina. Pues, por una parte, van al encuentro de lo divino no fuera del mundo sino en el mundo, en el ser humano y en el cosmos. Por otra, reconocen que lo divino y el mundo no son uno y lo mismo: Dios sigue siendo el misterio innominado solo experimentable por el amor. Solo así puede el Dios origen y fundamento de la creación ser asimismo el Dios de la más profunda interioridad humana.
¿Cuándo puedo estar satisfecho con mi vida? ¿Qué necesito realmente para ser feliz y qué no? Y con frecuencia, ¿qué es lo que me impide estar en consonancia con lo que es? Anselm Grün reflexiona en este libro sobre los diferentes aspectos de la satisfacción. Muchas veces es suficiente con ver las cosas desde otra perspectiva para sentirse cómodo con uno mismo y con su vida. Para esto juega un papel importante la actitud ante la gratitud: quien está agradecido por el día de hoy, también puede encontrar la felicidad en las pequeñas cosas, sin importar lo difícil que sea el momento.