La tercera entrega de las «Crónicas Vampíricas» nos aproxima de nuevo al abismal mundo de Lestat, esta vez con su amante: la Reina de los Condenados. Lestat, convertido en una famosa estrella del rock, despierta con su música a Akasha, la Reina de los Condenados. La que una vez fuera la reina del Nilo, toma a Lestat como amante y mano derecha, y vuelca todas sus fuerzas en la destrucción de vampiros y varones con el fin de que las hembras creen un nuevo orden. Pese a las súplicas de Lestat, los deseos de la Reina son irrefrenables, y será necesario un sacrificio para acabar con sus ansias de destrucción. «Yo soy el vampiro Lestat, ¿me recordáis? El vampiro que llegó a ser una superestrella del rock, el que escribió su autobiografía. El de pelo rubio y ojos grises, el de insaciables deseos de hacerse visible y famoso. Me recordáis. Quise ser un símbolo del mal en un siglo iluminado donde el mal (en el sentido estricto de la palabra) que soy yo no tiene lugar. Me imaginé incluso que, de esta forma, haría algún bien: jugando a ser el diablo en el escenario. La última vez que hablamos acababa de empezar algo con buen pie...»
En Cántico de sangre, décima entrega de la mítica saga «Crónicas Vampíricas», Lestat se encontrará de nuevo con varios de los personajes de la legendaria serie de Anne Rice «Las Brujas de Mayfair». Lestat, que una vez fue esencia de la maldad, lucha ahora contra su propia condición de vampiro, pues anhela alcanzar la pureza. Al mismo tiempo, se enfrenta a diferentes fantasmas, leyendas y secretos, así como al misterio de Taltos, mientras trata de reconducir el destino de su amada Rowan Mayfair. «Conseguiré satisfacerle. Así que tranquilícese y siga leyendo. No se arrepentirá. ¿Cree que no deseo captar nuevos lectores? Mi nombre es sinónimo de sed, querido. ¡Estoy deseando apoderarme de usted!»No obstante, dado que me he tomado un respiro en mi obsesión por convertirme en santo, permítame que dedique unas palabras a mis leales seguidores. Ustedes, los nuevos, síganme. No les costará ningún esfuerzo. ¿Por qué iba yo a hacer algo que les resultara difícil? Sería como echar piedras sobre mi propio tejado.»
Del Nueva Orleans actual al Nápoles del siglo XIX, pasando por la antigua Atenas o Pompeya, la intensa trayectoria vital del vampiro Quinn reúne en un mismo volumen las «Crónicas Vampíricas» y la serie de «Las Brujas de Mayfair» para revelar otros episodios de la historia de los vampiros. Quinn Blackwood, un rico y excéntrico joven convertido en vampiro, pide la ayuda de Lestat para librarse del celoso control a que le somete Goblin, su doppelgänger. Desde que Quinn entró en el reino de los muertos, Goblin, otrora su sombra fiel, se ha convertido en una amenaza para los seres cercanos al atractivo gentleman. Lestat, intrigado, le pide a Quinn que narre la historia de su vida. Este recuerda su infancia en el seno de una familia muy peculiar y describe sus días en Blackwood Farm, la mansión de altas columnas y extensos jardines rodeada de zonas pantanosas en la que creció y ahora reside. A pesar de su amor por Mona Mayfair, una bella bruja con la que mantiene una apasionada relación, Quinn posee una agitada vida amorosa que, junto a su imperioso deseo de beber sangre, le ha llevado a recorrer el mundo y conocer distintas épocas de la historia. «He leído tus "Crónicas Vampíricas" de cabo a rabo. Me las regaló mi creador, un antiguo buscador de sangre que, según su versión de los hechos, me concedió asimismo una fuerza extraordinaria. En tus relatos, te refieres a los orígenes de los vampiros, citando a una antigua bebedora de sangre egipcia que relató la historia a Marius, el sabio, el cual siglos atrás te lo transmitió a ti. Ignoro si tú y Marius os inventasteis algunas de las historias que relatas en tus libros. Es posible que tú y tus camaradas, la secta de eruditos, como os denomináis ahora, tengáis por costumbre contar mentiras. Pero no lo creo. Yo mismo soy prueba de que los bebedores de sangre existen -ya se llamen bebedores de sangre, vampiros, hijos de la noche o hijos del milenio-, y la forma en que me convertí en uno de ellos confirma lo que describes en tus crónicas.»
La voz del diablo es la segunda entrega de «Las Brujas de Mayfair», la saga en la que la autora de Entrevista con el vampiro recuperaba el recurso de tomar voces de otros mundos para retratar la naturaleza humana y conformar así un universo mitológico hipnótico, oscuro y, al mismo tiempo, seductor. Lasher es un espíritu demoníaco que se aprovecha de las Mayfair femeninas en su intento de procrear. Rowan Mayfair, reina del clan, ha dado a luz al hijo de Lasher y después ha desaparecido... «Al principio oía la voz de su padre.»"Emaleth", le susurraba junto al vientre de su madre mientras esta dormía. Luego le cantaba largas canciones sobre el valle de Donnelaith, el castillo y el lugar donde un día se encontrarían ambos. Le aseguró que nacería sabiendo todo cuanto él sabía. "Así somos nosotros", le dijo su padre en el rápido lenguaje que los otros no comprendían.»A los otros les sonaba como un murmullo o un silbido. Era su lengua secreta, pues eran capaces de oír unas sílabas pronunciadas tan rápidamente que los otros no captaban. Ambos se comunicaban por medio de ese lenguaje.»
En la serie «Las Brujas de Mayfair» (integrada por La hora de las brujas, La voz del diablo y Taltos), Anne Rice, autora de Entrevista con el vampiro, toma de nuevo las voces de otros mundos para retratar la naturaleza humana, logrando conformar todo un universo mitológico hipnótico, oscuro y, al mismo tiempo, seductor. La hora de las brujas es una fascinante e hipnótica novela que abarca cuatro siglos de historia de la prominente y rica familia Mayfair, una dinastía de brujas de Nueva Orleans, perseguida por un ser poderoso, peligroso y seductor a lo largo de los siglos. Las mujeres de la familia Mayfair no se rinden y tratan de comprender y destruir a esa misteriosa fuerza que ha mantenido siempre amenazadas a su familia. «El doctor se despertó asustado. Había vuelto a soñar con la vieja casa de Nueva Orleans. Había visto a la mujer en la mecedora y al hombre de los ojos marrones.»Incluso ahora, en este tranquilo motel de la ciudad de Nueva York, sintió la inquietante desorientación de antaño. Había vuelto a hablar con el hombre de los ojos marrones. Sí, ayúdala. "No, solo es un sueño. Tengo que salir de él."»No conseguía librarse de la impresión de la vieja casa. Casi podía oír el zumbido de los insectos contra la malla mosquitera del porche. Y el hombre de ojos marrones hablaba sin mover los labios. Un muñeco de cera lleno de vida... "No. Basta."»