Ramón J. Sender (Chalamera, 1901 ? San Diego, 1982) es uno de los autores más representativos de la literatura española del siglo xx. Se inició como escritor en los estertores del modernismo finisecular e incluso conoció los últimos coletazos de la bohemia madrileña en sus primeras décadas. Asumió más tarde el compromiso artístico de los años treinta y su defensa de la II República le obligó a perder un público ya amplio, a abandonar su país y a continuar la vida en el exilio, como tantos otros españoles derrotados en la Guerra Civil. Su honda fe en la escritura como tabla de salvación personal y como modo de reflexión moral en torno al ser humano le llevó a publicar más de cien libros y miles de artículos, entre ellos varias obras maestras de incuestionable vigencia. Aunque Sender es conocido sobre todo por su obra novelística, cultivó todos los géneros literarios. De los ocho cuentos incluidos en esta antología ?que corresponden a la etapa anterior al exilio, desde 1916, en que publica su primera narración, a 1938, ya al final de la guerra?, cinco no habían sido publicados hasta ahora desde que aparecieron en su momento en diferentes periódicos o revistas.
Cima de la labor creadora de Ramón J. Sender (1901-1982) en el exilio, " Crónica del alba " es un prodigioso edificio literario que constituye, a la vez, un valioso testimonio sobre la España de la primera mitad del siglo XX. La azarosa existencia de José Garcés -la circunstancia de que el personaje literario lleve el segundo nombre y el apellido materno del autor apoya la conjetura de que el ciclo es una autobiografía novelada- se despliega a lo largo de las nueve novelas que integran la obra y que se publican, en esta edición, agrupadas en tres volúmenes: «Crónica del alba», «Hipogrifo violento» y «La Quinta Julieta» en este primero, «El mancebo y los héroes», «La onza de oro» y «Los niveles del existir» en el segundo, y «Los términos del presagio», «La orilla donde los locos son-ríen» y «La vida comienza ahora» en el tercero.
Mister Witt contiene un espléndido y rico reportaje sobre una Cartagena que queda más vitalmente próxima -en la reconstrucción de una atmósfera urbana- de 1935 que de 1873.En la medida en que Míster Witt en el Cantón llevaba en sí un mensaje motivado por y destinado a la situación de la sociedad española en los umbrales de la guerra civil, es lícito hablar de una fortuna radicalmente adversa para esta obra de un novelista que se sintió siempre comprometido con los grandes problemas sociales del tiempo que le tocó vivir durante los años de su permanencia en España. El huracán de la historia se apresuró a aventar unas páginas que hablaban del valor de cada vida humana, de la dignidad que asiste a cada hombre por el hecho de serlo, de la primacía de la generosidad sobre la violencia.(De la Introducción de José María Jover)
La tesis de Nancy es una crítica mirada a la España de su tiempo que Ramón J. Sender hace a través de los ojos de una sorprendida estudiante norteamericana. Refleja a la vez la tradición y la modernidad de un país que se abría tímidamente al mundo desarrollado pero que guardaba todavía el profundo poso de siglos de costumbrismo difícil de asumir, interpretar y comprender, no sólo para el viajero entusiasta como Nancy, sino para muchos españoles.
De la pertinencia de las novelas históricas de Sender, quizá sea esta Túpac Amaru la más acabada y persuasiva muestra. Y todo ello, servido con la prosa natural, el rigor documental e intelectual y la sabiduría narrativa de uno de los más grandes novelistas españoles del siglo XX. Lorenzo Silva. Hemos olvidado a Ramón J. Sender justo cuando su voz y su conciencia parecen más necesarias que nunca. Enrique de Hériz. Gracias a él comprendí mejor la atroz realidad de ser español. Le debo muchos ratos de feliz lectura a ese oscense que tuvo la desgracia de nacer aquí, de ser exiliado de izquierdas para unos e ir demasiado a su aire para otros, díscolo y aragonés, malquerido al fin y ninguneado por casi todos. Arturo Pérez-Reverte. Para Túpac Amaru el rey de España era un señor bondadoso que leía con disgusto los informes de sus virreyes y amaba a los indios, a quienes los corregidores, los caciques renegados, los dueños de minas, los curas doctrineros, los hacendados y los repartidores explotaban sin piedad. En estas líneas resume Ramón J. Sender el sentir del caudillo indígena mucho antes de que este se rebelara contra la dominación española y su cruel explotación de la población india por parte de los representantes reales. Ramón J. Sender (Chamalera, Huesca, 1901-San Diego, EE.UU., 1982), escritor y periodista, con sólo diecisiete años publicó algunos artículos en la prensa madrileña de la época. Cuando cumplió los veintiuno, ingresó en el ejército y sirvió como oficial en la guerra de Marruecos. Basada en esa experiencia, escribió la novela Imán (1930), que tuvo una gran difusicón y fue traducida a varias lenguas. En 1932 se embarcó como exiliado para México y en 1942 se instaló en Estados Unidos. Entre sus obras destacan Los cinco libros de Ariadna (1957) Réquiem por un campesino español (1953/1960) y Crónica del alba (tres volúmenes, 1963/1967).
La relación epistolar entre Carmen Laforet y Ramón J. Sender rebasa la idea común que el lector pueda tener sobre una correspondencia entre escritores y nos ofrece un retrato íntimo y desconocido de dos literatos que, con trayectorias claramente diferenciadas, encontraron con facilidad el afecto y las concomitancias necesarias para el que intercambio de cartas continuara a lo largo de los años sin apenas contacto personal. Con sensibilidad y elegancia, Carmen Laforet nos acerca a una de las grandes incógnitas de la literatura española de posguerra: su mutismo literario y su necesidad de intimidad, que cristaliza en el distanciamiento paulatino de la vida pública y social. Reflexiones sobre su obra, su orbe sentimental, su familia o la religión, nos muestra el mundo desconocido de esta autora de éxito precoz. Por su parte, Ramón J. Sender desmitifica la vida del exilio y nos desvela, sin tapujos y con agudeza, sus sentimientos hacia su país natal: desde Franco hasta el estalinismo pasando por sus protagonistas literarios, como Alberti o Camilo José Cela. En esta correspondencia, tanto Laforet como Sender analizan con destreza su obra y la del otro y, en ambos casos, encuentran el equilibrio perfecto entre la autocrítica y el juicio riguroso.
La aventura equinoccial de Lope de Aguirre (1964), basada enla histórica antiepopeya de la expedición capitoneada porunvasco a lo largo del Amazonas, ofrece un amplio y variadoespectro de caracteres a la búsqueda de un imposible. Elmítico ElDorado se convierte en el centro vital de unas mentes estremecidasy agitadas que luchan contra sí mismas y contra el universo,plas-mado en una tierra indomable, la selva del Marañón, y enunosmonarcas lejanos que recuerdan al dios del abandono.Un discurso exuberante, pleno de matices, ayuda a recrear laatmósfera sobrehumana de la tarumbo equinoccial.