Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 1899 - Ginebra, 1986) aprendió a leer en inglés y entre sus primeras lecturas aparece ya El Quijote. A los quince años acabó el bachillerato en Ginebra, donde estudió además francés y alemán. En Suiza se impregnó de las vanguardias europeas de la época. Acabada la Primera Guerra Mundial, se trasladó a España con su familia, instalándose en Madrid, donde fue contertulio de Gómez de la Serna y de Canssinos Asséns y colaborador en varias revistas. De vuelta a a su país promovió el movimiento ultraísta por América. En 1923 publicó su poemario Fervor de Buenos Aires, que prefigurará todo lo que hará después. Su obra narrativa, compuesta por cuentos y relatos, le convierte en uno de los mejores prosistas en lengua castellana. Recibió el Premio Nacional de la Letras Argentino, el Internacional de Editores y el Cervantes en 1979. Su admiración por Dante, y en concreto por los versos de la Divina comedia, queda reflejada en gran parte de su producción creadora. Nueve ensayos dantescos es un libro singular y profundo en el que Borges indaga en los pasajes de la Divina comedia que más le impresionaron. Toda su erudición aflora a medida que analiza las distintas interpretaciones que de esta obra han realizado los más importantes críticos; pero más interesantes resultan las reacciones del Borges lector, plasmadas en esa prosa tan característica del escritor argentino.
Gran parte de estos cuentos giran en torno al cumplimiento de un destino que se repite y que suele prefigurar un enfrentamiento. Aveces los protagonistas son los hombres, como en o ; otras, son sus armas: dos cuchillos que se buscan largamente hasta por fin encontrarse y pelear. también uede ocurrir, como en , que en ese enfrentamiento uno se convierta en espejo del otro, uno sea él mismo y su enemigo. O que, como le sucede a Brodi, el otro le produzca horror y fascinación. Once relatos en los que el autor dice haber encontrado su verdadera voz: .
«Cuando la Universidad de Belgrano me propuso dar cinco clases, elegí temas con los cuales me había consustanciado el tiempo. El primero, El libro, ese instrumento sin el cual no puedo imaginar mi vida, y que no es menos íntimo para mí que las manos o que los ojos. El segundo, La inmortalidad, esa amenaza o esperanza que han soñado tantas generaciones y que postula buena parte de la poesía. El tercero, Swedenborg, el visionario que escribió que los muertos eligen el infierno o el cielo, por libre decisión de su voluntad. El cuarto, El cuento policial, ese juguete riguroso que nos ha legado Edgar Allan Poe. El quinto, El tiempo, que sigue siendo para mí el problema esencial de la metafísica...»
Brillante en la forma, acerada y precisa en el concepto, rotunda en su expresión, la poesía de Jorge Luis Borges corre parejas con su genial obra narrativa. Este primer volumen de los tres que en esta «Biblioteca de autor» ocupa su Obra poética -que se presenta ordenada cronológicamente-, recoge los tres libros más tempranos de la poesía borgiana -Fervor de Buenos Aires (1923), Luna de enfrente (1925) y Cuaderno San Martín (1929)-, obras que, sucedidas por un prolongado silencio que no habría de romperse hasta 1960 con la publicación de El hacedor, conforman nítidamente la primera etapa de una de las trayectorias líricas más atractivas de nuestro siglo.