Es una de las cumbres de la literatura de la región y ahora ve la luz traducida al asturiano. Víctor Suárez Piñero ha terminado ya la traducción de 'La Regenta', el clásico escrito por Leopoldo Alas 'Clarín' en dos tomos en 1884 y 1885, que llegará a las
Una espléndida selección de la mejor obra de ensayo de ClarínPáginas de Espuma ha reunido en una sola obra una selección de los ensayos más representativos y de las críticas más sobresalientes de Leopoldo Alas Clarín (1852-1901). Editada por Carlos Barbá
La Regenta narra la lucha interna que sufre Ana Ozores, quien oscila entre Álvaro Mesía y el magistral Fermín de Pas, en el ambiente provinciano de Vetusta.
Si se suele recordar a Leopoldo Alas, Clarín, como el autor de ese extraordinario fresco de la vida provinciana que es La Regenta, no menos justo resulta constatar que el ovetense fue también un consumado maestro en el arte del relato corto. Sus personajes, construidos con sagaz penetración, resultan casi dolorosamente reales. En estos cuentos importa menos la trama que los pequeños matices reveladores, menos la acción que el momento de epifanía en que las conciencias afloran desnudas, mostrando la grandeza o la mezquindad del ser humano en su lucha por la vida. Casadas perfectas e imperfectas, actores de teatro de segunda fila, galanes otoñales y eruditos en descanso balneario protagonizan estas historias en las que el trazo psicológico y la sustancia moral no dejan lugar a dudas: estamos ante uno de los grandes escritores españoles de todos los tiempos y su obra resulta más vigente que nunca.
Estas lecciones, redactadas por Catedráticos y Profesores de diversas Universidades, han sido concebidas con el propósito principal de facilitar la enseñanza del Derecho Administrativo. Las explicaciones están hechas usando un lenguaje muy simple y esquem
Dice Gonzalo Sobejano que el cuento es " la narración de un suceso notable " y la novela narra " la vasta red de sucesos y, sobre todo, la experiencia del sucederse de las acciones y las pasiones en el ámbito de todo un mundo; y no requiere la novela [...] que lo narrado sea 'notable', puede limitarse a representar lo más común y corriente de la humana existencia siempre que lo haga 'con arte' " . Con estos o parecidos criterios «Pipá» y «La Regenta» serían dos modélicos ejemplos de lo que diferencia el cuento de la novela. Estableció Clarín otra diferencia: la del enorme esfuerzo que suponía escribir una novela, sin que para él tuviera compensación económica acorde. Pero ello era una exigencia sine qua non para dar el salto de la narración de «un suceso» -el cuento- a una " vasta red de sucesos " -la novela-, una exigencia que él no estuvo siempre dispuesto a dar. Lo dio en sus dos novelas terminadas, «La Regenta» y «Su único hijo», pero no quiso o no pudo darlo, lo que le creó una permanente tensión interna -¿mala conciencia de que sacrificaba su obra de novelista por unas pesetas?-, dejando sin terminar las novelas que había empezado y se quedaron inacabas y no empezando a escribir las que tenía pensado, según repitió una y otra vez en cartas a sus amigos escritores y a sus editores. Clarín además de narrador, cuentista y novelista, fue excelente crítico literario. Mucho escribió sobre su concepción de la novela y su idea del Naturalismo. Respecto al Naturalismo, Clarín adoptó una actitud re-creadora, de re-elaboración teórica, reformulando un naturalismo " a la española " , diferente del francés, más próximo al realismo al que continúa y vacía de prejuicios ideológicos y moralizantes. En el Naturalismo vio Clarín la culminación de su concepto de novela, concibiéndola como el género hegemónico de su tiempo.
Leopoldo Alas Clarín fue publicando cuentos, de manera ininterrumpida, desde que empezó a manuscribir en 1868, a los dieciséis años, el diario Juan Ruiz. A lo largo de su vida, Clarín se debatió entre el cuento y la novela. Reseñando las narraciones de Palacio Valdés, Aguas fuertes (1894), escribía Clarín en 1885 en El Globo: «No es más difícil un cuento que una novela, ni tampoco menos; de modo que hay notoria injusticia en considerar inferior el género de narraciones cortas, en el cual por cierto se han hecho célebres muchos escritores antiguos y modernos». Y en 1892, a propósito de unas reflexiones publicadas en La Publicidad sobre las relaciones entre el periodismo y la cultura, se detiene en «la moda del cuento», considerando las ventajas y los inconvenientes: «El cuento no es más ni menos arte que la novela: no es más difícil como se ha dicho, pero tampoco menos; es otra cosa: es más difícil para el que no es cuentista. En general, sabe hacer cuentos el que es novelista, de cierto género, no el que no es artista. Muchos particulares que hasta ahora jamás se habían creído con aptitudes para inventar fábulas en prosa con el nombre de novelas, han roto a escribir cuentos, como si en la vida hubieran hecho otra cosa. Creen que es más modesto el papel de cuentista y se atreven con él sin miedo. Es una aberración. El que no sea artista, el que no sea poeta, en el lato sentido, no hará un cuento, como no hará una novela». Clarín proyectó su ética y su estética, su voluntad creadora, por el camino de las novelas cortas y de los cuentos largos. Se inscribe, así, Clarín en las coordenadas del ámbito literario de la nouvelle europea de finales del siglo xix. Las novelas cortas de Leopoldo Alas serías explicables en un contexto similar a las de Maupassant o Chéjov.