Cierta vez, las víboras dieron un gran baile. Invitaron a las ranas y a los sapos, a los flamencos, y a los yacares y a los pescados. Los pescados, como no caminan, no pudieron bailar; pero siendo el baile a la orilla del rio los pescados estaban asomado
Las novelas cortas que Horacio Quiroga publicó con seudónimo entre 1908 y 1913 se han visto eclipsadas durante un siglo por su justo reconocimiento como maestro del relato. Al margen de la cuestión de género, estas seis narraciones atesoran todo el poder
Horacio Quiroga es uno de los máximos exponentes de las letras hispanoamericanas de su época y su obra sigue siendo actual, tal vez porque conoció como pocos la ilusión y el fracaso, la contradicción entre el deseo y la realidad. Como bien explica la profesora Ana Alcolea, Quiroga fue contradictorio hasta el final de sus días. Era capaz de de despertar odios y pasiones; se entregaba en cuerpo y alma a todo aquello en lo que tenía fe: la amistad, el amor, la selva... Su personalidad rompía con los arquetipos del intelectual urbano. Los Cuentos de la selva para los niños (1918), relatos que Quiroga inventaba para sus propios hijos durante su estancia en Misiones, están llenos de ternura y de lecciones morales. Ofrecen, en conjunto, un racimo de valores educativos, extraídos del comportamiento animal, al estilo de lo que fueran las fábulas de Esopo. Los ocho cuentos, con el hombre como máximo depredador de la Naturaleza, son de perenne actualidad, por su estilo y por su compromiso.
Es claro que la biografía de un escritor termina por intervenir en su obra. En el caso de Quiroga, sus aprendizajes en la selva, las muertes truculentas, la tentación del suicidio y el desamparo de la paternidad pasan a sus argumentos. Los cuentos de Quiroga, como dice Neuman en la introducción, nos sugieren que amor y enfermedad, sensatez y demencia, pasión y remordimiento están a un simple paso. Ningún lector atento podrá evitar la sensación de encontrarse ante un narrador formidable y poderoso. Se incluyen en este volumen, además de los tres relatos que suprimió el autor en la última edición, unos interesantes textos en los que Quiroga reflexiona sobre el cuento y lo eleva a la categoría de género específico.