Memorias mágicas de un niño intemporal, Francesillo, que viene de los cuadros tenebristas y va hacia el encuentro alucinante con Franco, pasando por la picaresca del Siglo de Oro y el esperpento de Goya y Valle-Inclán. Historia irracional de España y sus guerras civiles, magno mural expresionista donde el anacronismo es la clave poética y los siglos se dan la mano para bailar el minué sangriento de nuestro sempiterno guerracivilismo. Juego de círculos concéntricos donde el círculo mayor va cabiendo siempre en el menor: España y la Historia, resumidas en sus contiendas civiles, imperiales, coloniales, religiosas. Todas contenidas en la del 36-39 dentro de una casa de lenocinio de Valladolid.Francisco Umbral ha escrito la novela de un niño que vive dos vidas paralelas, complementarias, que se aureolan y justifican una a la otra dentro de su alma escalonada en tres estadios como los tres patios sucesivos de su casa: la cultura, la gente, la soledad. Figuras de la Historia que van y vienen libremente por los siglos como salones, donde se encuentran, se saludan y se matan.
Con la belleza de su mejor prosa poética, Francisco Umbral, describe su vida y la de su mujer en los primeros ochenta, cuando aún viven en Madrid y acaban de comprarse una casa en las afueras, La Dacha. Bellas descripciones del jardín son el escenario en el que se disecciona su matrimonio y, en esencia, todos los matrimonios, la convivencia, con su complicidad y su distancia. «No debieras leer, María, este capítulo, para no saber que eres feliz cuando lo ignoras, porque entonces lo sabrías y se estropearía el encanto. Pero aquella niña de los pinares adolescentes, que iba para nada, que luego se me extravió en Madrid, aventura en que yo mismo la metí, es de nuevo una criatura natural, hembra y sencilla, que riega los ciruelos con fervor.»
A partir de unas pequeñas tramas juveniles, el gran argumento de la Falange y la guerra va creciendo en los caudillos agrarios de Castilla. La novela se inicia en la pequeña ciudad de tedio y plateresco, dominada por las férreas sombras de José Antonio, Onésimo Redondo, Girón, dándonos un daguerrotipo completo, en sangre y luto, de la lucha de doce mil socialistas contra una oligarquía feudal, una intelectualidad liberal y frívola y una Falange y un Ejército que "limpian fondos" cruelmente, progresivamente, a la vieja villa castellana y comunera. La juventud, la Iglesia, las elegancias, las juderías, la prostitución, el "paqueo", la crónica local y la lucha de clases se nos ofrecen a través de una trama y unos personajes que, llenos de verdad histórica y humana, viven intensamente un retazo de la gran tragedia española.
«El Madrid de Umbral está constituido por la superposición o yuxtaposición de muchas ciudades, muchos planos de un gran microcosmos, que va de lo alto a lo bajo, del centro a las afueras, de los hoteles a las pensiones, del museo del Prado al barrio de Tetuán, de la cultura a la miseria. Acaba siendo una ciudad amada, pero no es, casi nunca, una ciudad amable. Madrid y sus historias son, en buena medida, una metonimia de España y su historia. Hay siempre, o casi siempre, algo de hostil en la ciudad, algo de rival o de enemigo al que vencer. Por eso, con escorzo expresionista, el escritor la ve ?abierta de piernas hacia la plaza de Castilla?, que si puede encerrar una metáfora geográfica señala ante todo el distanciamiento frente a una ciudad a la que en el fondo se teme.»Del prólogo de Miguel García-Posada
Maurice Clichy, profesor de literatura española de una universidad francesa, encuentra en una librería de Montmartre una publicación sobre el imaginario de Valencia, un tema que colma su curiosidad como investigador literario. A ello se añade el hallazgo fortuito de unas cartas dentro de un libro que el profesor adquiere en una librería de viejo. Esta misteriosa correspondencia le remite igualmente a la capital del Turia tras la pista de unos sucesos acaecidos a finales del siglo XVIII en la iglesia de San Nicolás, a raíz de su decoración pictórica recientemente restaurada. Por estos motivos, Clichy decide viajar a Valencia para emprender una ruta literaria por sus calles. Un periplo que se convierte en un sorprendente diálogo con la ciudad y un encuentro con su gran tesoro cultural, donde pasado y presente conviven a un tiempo. Sin proponérselo, el espacio urbano convierte su aventura en un camino de reflexión sobre la condición humana, originándose una catarsis entre el protagonista y los demás personajes, que, saliendo de las líneas narrativas donde moran, convivirán en un mismo plano en una confusa tensión entre ficción y realidad. «A veces sucede así en la vida: cuando son los caballos los que han trabajado, es el cochero el que recibe la propina». Daphne du Maurier