Cunqueiro e Fernández del Riego, ambos das terras altas da provincia de Lugo, coñecéronse moi novos, nos anos de bacharelato, e fixeron xuntos o camiño todo da vida. En 1949 Cunqueiro volve a Mondoñedo, logo dunha fracasada experiencia en Madrid. A Guerra Civil separará temporalmente aos dous amigos. Cunqueiro no bando dos chamados nacionais. Del Riego, en Vigo, logo de ser represariado na universidade. Un Cunqueiro deprimido, arredado de case todo, recibe as cartas do seu amigo animándoo a seguir e, sobre todo, a non afastarse das letras galegas, que con tanto éxito ensaiara na poesía antes da Guerra Civil. A profesora Dolores Vilavedra, da Universidade de Santiago, preparou esta edición, cun ensaio coidadoso que enmarca a correspondencia no seu contexto, precedido dun limiar do propio Francisco Fernández del Riego.
Velaquí unha grande novela onde o autor nos transporta á Italia do Quatroccento para relatarnos as aventuras de Fanto Fantini della Gherardesca, condotiero e fugador profesional, escoltado polo criado Nito, o can Remo e o cabalo Lionfante. É esta unha obra síntese de elementos cabaleirescos e picarescos, ateigada de humor, sátira despiadada, teatralidade, tenrura e lírica saudosa. Unha obra digna e senlleira do xenio cunqueiriano.
Este primeiro volume da obra de Álvaro Cunqueiro como articulista en língua galega abrangue desde as súas colaboracións en A NOSA TERRA e NÓS, e os artigos anteriores á Guerra Civil publicados no xornal EL PUEBLO GALLEGO, ata os publicados na posguerra en revistas coma NORDÉS e GRIAL. "O mundo que teño de meu" achéganos dun outro xeito, ás veces mesmo íntimo e confesional, ao seu mundo literario máis auténtico.
Leyendo a Alvaro Cunqueiro todo se resuelve en viajar, pues él es amable guía, propicio siempre a conducirnos por los inabarcables territorios de su sabiduría e imaginación. «Viajamos con nuestras imaginaciones y recuerdos», escribe, «y lo que vamos creando o soñando son memorias y nostalgias. Quizá sea verdad que el fin último de toda cultura es la invención y la melancolía.» Si así fuera, tendríamos que reconocer en Cunqueiro al hombre culto por excelencia, incomparable en el arte de fundir un insólito caudal de conocimientos a un talante cordial y humanístico, que hace de sus artículos piezas ejemplares de precisión y amenidad.El viaje entendido como recorrido de la fantasía, el viaje entendido como experiencia intelectual, cobra en el gran polígrafo gallego una envergadura extrovertida, deliciosamente extravagante, y ello sin caer nunca en la erudición, pues, como el propio Cunqueiro escribe, «yo no soy un erudito, por eso pido perdón si alguna vez me encuentran como tal ; a mí lo que me gusta es contar llano y seguido, fantástico y sentimental a la vez ; lo que pasa es que a veces está uno distraído».Y ya que hemos tomado a Cunqueiro la palabra, no está de más añadir estas esclarecedoras líneas suyas : «Lo más propio mío es sumar noticias que muestran lo vario que es el mundo, y lo ricamente, y con cuántas sorpresas, se puede almacenar la memoria humana. Yo, que no desconozco los grandes temas del siglo, y estoy atento a eso que llamamos la coyuntura histórica, y acepto la gran patética de mi tiempo y quiero ayudar en lo que me sea posible y aun bastante más, al hombre de estos días, tantas veces puesto en el filo de la navaja, no me dejo asustar por los profesionales de la angustia y busco en la gran peripecia humana, tantas veces mágica aventura, tantas veces sueños espléndidos y mitos trágicos, la razón a continuar».
La obra reúne 24 prosas donde el gran narrador se deja seducir por la historia bimilenaria de esta urbe, recorre sus espacios más amenos o evoca personajes queridos como el trovador Esquío, el poeta Luís Pimentel o el autor de relatos Ánxel Fole.