Després de l;èxit obtingut amb Les millors històries sobre gossos (Barcanova-Siruela 1998), continua la sèrie de contes dedicats als animals amics de l;ésser humà: aquest cop, els protagonistes són els gats, que sempre ens han embruixat amb la seva intel.ligència, la seva misteriosa elegància i la seva desdenyosa independència. Es tracta de gats extraordinaris, dotats de nom propi i també del do de la paraula, amb un somriure plàcid i burleta, que es fan amos de la casa i renyen els humans que hi habiten, o que saben captivar-los explicant-los grans gestes i contes fantàstics durant les plàcides vetllades d;hivern. Al seu encanteri s;han rendit, entre altres, aquests setze grans escriptors, clàssics i contemporanis.
«París, es un estudio humano y social de la gran ciudad. En el marco dramático de una conmovedora historia de ayer y de hoy, se agitan la inmensa muchedumbre, los dichosos y los hambrientos, todos los mundos: el mundo del trabajo manual, el mundo del trabajo intelectual, el mundo de la política, el mundo de las finanzas, el mundo de los ociosos y del placer. Todo ello en un París, centro de los pueblos, ciudad civilizadora, iniciadora y liberadora.» Así redactaba el propio Zola el anuncio promocional de este inmenso drama social, crónica exacta y animada de la sociedad francesa de finales del XIX. Un fresco del París moderno, de sus lugares, de sus mundos, un himno a la ville-lumière, reina del universo y creadora del porvenir.
Para ÉMILE ZOLA (París, 1840-1902), el amor en el siglo XVII es un gran señor empenechado [ ] que entra en los salones precedido por una música solemne; en el XVIII, un granuja desaliñado [ ] que desayuna con una rubia, cena con una morena y trata a las mujeres como diosas generosas; y en el XIX, un joven formal, correcto como notario, que tiene rentas del Estado . Así pues, el amor heroico del XVII, el amor sensual del XVIII se han convertido en el amor pragmático que se concluye a toda prisa como un negocio en Bolsa. El hombre actual no tiene tiempo para amar, y se casa con la mujer sin conocerla y sin que ella lo conozca a él
Los rumores, compartidos en el círculo de amigos de Zola, relativos a la colaboración creciente de la periodista Julia Allard en la obra novelística de su marido, el escritor Alphonse Daudet, inspira la historia de la pareja de artistas que protagoniza Madame Sourdis, un relato que, primera publicación en San Petesburgo, en 1880, debió esperar veinte años para ser publicado en Francia. Zola nos ofrece unas páginas, que bien pudieran servir de antesala de La obra (1886), en las que la relación fáustica sostenida por los Sourdis es observada a través de los secretos del taller de trabajo y en el contexto de la sociedad artística parisina de las últimas décadas del siglo XIX, con sus Salones y sus complacencias al gusto mayoritario. Entre estos relieves, Zola compone una sugerente alegoría del triunfo de la mediocridad. Madame Sourdis, hasta ahora inédita en castellano, posee un lugar propio entre las piezas literarias que, ya desde La obra de arte desconocida (1831), de Balzac, han dirigido su curiosidad a los entresijos del atelier de creación y a las peculiaridades del mundo artístico en aquel siglo.
Cansado de su serie Rougon-Macquart, Zola emprende con entusiasmo en 1891 un nuevo proyecto: Lourdes, primera novela de la trilogía Las tres ciudades, que completan Roma y París. Un mismo hilo conductor las une: la crisis de fe del abate Pierre Froment, y por extensión el eterno conflicto entre ciencia y religión que marcó el origen de la sociedad moderna a finales del siglo XIX. Lourdes constituye un testimonio incomparable del peregrinaje al sur de Francia, en el que la «masa» cobra una dimensión abstracta, con alma propia más allá del hombre, hacia el misticismo, la fe, el dolor y la esperanza humana. En una época donde impera el positivismo y la razón, Zola da una oportunidad a la ilusión y la mentira, al milagro como sustento del sufrimiento.
A los veintiocho años, Émile Zola concibió el proyecto del ciclo novelístico Los Rougon-Macquart, "historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio". En 1871 inició esta magnífica saga con dos novelas, La fortuna de los Rougon y La jauría. La primera de ellas establece los orígenes de la familia, la rama legítima (los Rougon) y la ilegítima (los Macquart), en Plassans, inspirada en Aix-en-Provence. En La jauría, Aristide Rougon triunfa en la especulación inmobiliaria y su hijo Maxime se convierte en un galán de moda.
En 'Cuentos a Ninon', publicado en 1864 cuando Émile Zola tenía 24 años, el autor exhibe todos sus talentos y se sirve de todo tipo de registros narrativos: lo maravilloso, lo fantástico, la sátira, la épica, el realismo, la autobiografía; y explota todo tipo de matices: el humor, la ironía, el patetismo, la rabia. Este volumen de cuentos es un reflejo de toda su obra: resume diez años de producción literaria y anuncia temas, figuras y formas que el escritor desarrollará en sus grandes obras maestras. Entre cuentos de hadas y crónicas, bajo el signo de la fantasía y la seriedad, esta obra de juventud muestra la riqueza, la ambigüedad, el poder de la imaginación y la expresión de sus futuras novelas.
La pintura impresionista, trivializada a veces tras un siglo de éxito, fue en otro tiempo una revelación deslumbrante. Para recobrar aquel momento, aquella visión original, hay que acudir a las reacciones de la crítica de la época. os primeros defensores de Manet y Degas, Monet y Pisarro, se acercaron a sus obras desde un credo naturalista, pero apreciaron ya en ellas un giro subjetivo: el pintor impresionista no quería plasmar la naturaleza misma, sino una sensación personal ante la naturaleza. Mediada la década de 1870, se formaría en la crítica de arte un modelo oculista, que pretendía explicar la nueva pintura estudiando la fisiología del ojo impresionista. Un ojo primitivo, reducido a puras vibraciones de color; un ojo analítico, empeñado en descomponer los matices más sutiles de la luz; un ojo hipersensible, degenerado o bien adelantado a la evolución futura de la retina humana. Ese paradigma óptico dominaría hasta 1890, cuando los críticos simbolistas, al asumir la defensa de Van Gogh y Gauguin, definieron el arte como escritura de signos. En esta antología se reúnen los textos esenciales de la crítica del momento sobre el impresionismo, hasta ahora inéditos en castellano. Entre sus autores se encuentran algunos de los escritores más celebrados de la época, así como muchos otros. Los ensayos vienen acompañados por una amplia selección de las pinturas de Manet, Degas, Monet, Renoir, Pisarro, Cézanne, Seurat, Gauguin y Van Gogh, entre otros.
Dans la petite ville provençale de Plassans, au lendemain du coup d'État d'où va naître le Second Empire, deuxadolescents, Miette et Silvère, se mêlent aux insurgés. Leur histoire d'amour comme le soulèvement des républicains traversent le roman, mais au-delà d'eux, c'est aussi la naissance d'une famille qui se trouve évoquée : les Rougon en même temps que les Macquart dont la double lignée, légitime et bâtarde, descend de la grand-mère de Silvère, Tante Dide. Et entre Pierre Rougon et son demi-frère Antoine Macquart, la lutte rapidement va s'ouvrir. Premier roman de la longue série des Rougon-Macquart, La Fortune des Rougon que Zola fait paraître en 1871 est bien le roman des origines. Au moment où s'installe le régime impérial que l'écrivain pourfend, c'est ici que commence la patiente conquête du pouvoir et de l'argent, une lente ascension familiale qui doit faire oublier les commencements sordides, dans la misère et dans le crime. " Votre comédie est tragique ", écrit Hugo juste après avoir lu le livre : " Vous avez le dessin ferme, la couleur franche, le relief, la vérité, la vie. Continuez ces études profondes. "