Esta antología es editada por el FCE de España, en coedición con la Universidad de Alcalá, con motivo de la concesión a José Emilio Pacheco del Premio Cervantes 2009, y fue elaborada a partir de los siguientes libros: Los elementos de la noche, El reposo del fuego, No me preguntes cómo pasa el tiempo, Irás y no volverás, Islas a la deriva, Desde entonces, Los trabajos del mar, Miro la tierra, Ciudad de la memoria, El silencio de la luna, La arena errante, Siglo pasado (Desenlace), Como la lluvia y La edad de las tinieblas, todos ellos reunidos en Tarde o temprano (Poemas 1958-2009).
En este cuarto volumen de la Poesía Completa de Emilio Pacheco (México, 1939) reunimos los libros «Los trabajos del mar», «Miro la tierra» y «Ciudad de la memoria», publicados entre los años 1979 y 1986. En ellos el autor busca una salida frente a los momentos decepcionantes que se encuentra el ser humano, búsqueda que finaliza en una desesperada desolación ante el vacío. La sociedad se funda en la violencia, y la desilusión y el desencanto ocupan toda la sensibilidad posible, hasta llegar a la deshumanización. La destrucción del hombre por el hombre, y de la naturaleza por las invasiones de la técnica le conducen a una defensa de la ecología y del humanismo casi radical. La preocupación por la destrucción de la naturaleza está más que nunca presente en esta época creadora de José Emilio Pacheco. Esta protesta es esperanzada ante una civilización que nos conduce al desastre, la expresa a través de animales marinos, rocas, frutos, etc., con los que toma el pulso a un mundo en ruinas, y se interroga sobre el incierto curso de la vida y el transcurso del tiempo, con su característico tono reflexivo y escéptico y su maestría reconocida. La mejor poesía de Pacheco está latente en estas páginas, poeta imprescindible y, sin duda, una de las cumbres de la poesía en lengua española. JOSÉ EMILIO PACHECO ha merecido por su obra poética numerosos premios, entre ellos el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y el Premio Cervantes, ambos en el 2009.
Tarde o temprano recoge los catorce poemarios publicados por el autor a lo largo de más de cincuenta años dedicados a la poesía. Desde el primer libro, Los elementos de la noche (1958-1962), en el que se perciben ecos del simbolismo, hasta los poemas en prosa del más reciente, La edad de las tinieblas (2009), el poeta recorre un largo camino en el que va desprendiéndose de lo accesorio en busca de una mayor pureza y originalidad, un trayecto en el que sin duda el tercer libro, No me preguntes cómo pasa el tiempo (1964-1968), marca un punto de inflexión no sólo por su desnudez y su apertura a lo coloquial, sino también por su carga social y moral. La perduración del instante, la meditación sobre el pasado y el fluir del tiempo, la preocupación por el sufrimiento, el testimonio de la frágil historia personal enfrentada a la terrible Gran Historia, se expresan a lo largo de su obra con un estilo conversacional y antirretórico en ocasiones, pero también en monólogos dramáticos o epigramas, en invectivas satíricas o elegías por un mundo que desaparece, en haikús o en largos poemas narrativos. En todas esas formas brilla un poeta extraordinario. Como dijo Carlos Monsiváis de él,«en su poesía Pacheco ajusta sus dones melancólicos, su pesimismo que es resistencia al autoengaño, su fijación del sitio de la crueldad en el mundo, su poderío aforístico, su amor por el sonido del idioma... Pacheco no duda: lo que le importa es el diálogo entre autores y lectores, la actitud democrática del yo poético».
EN este tercer volumen de la Poesía Completa de José Emilio Pacheco (México, 1939) recogemos los libros Islas a la deriva y Desde entonces. Cada poema de José Emilio Pacheco, dejó escrito Octavio Paz, es un homenaje al no. A través de estas páginas nos encontramos con el poeta enfrentado al drama de la existencia humana, con inteligentes reflexiones y llamativas metáforas. Con la precisión rigurosa y la exactitud poética de la que siempre Pacheco hace gala, nos muestra de nuevo su pesimismo ante la vida: se me ha perdido el mundo vamos a ciegas en la oscuridad. Con tono reflexivo lleno de escepticismo y de desengaño nos conduce por su mundo ya pasado, explorando su juventud, sus ilusiones perdidas, su desencanto y consiguiente desengaño de la realidad. Entre los numerosos premios que le han sido concedidos a su obra poética, figuran el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y el Premio Cervantes, ambos en el 2009.
José Emilio Pacheco nació en Ciudad de México, en 1939. Profesor universitario, ensayista, novelista, traductor, es -sobre todo- uno de los grandes poetas de la lengua. Algunos de sus títulos decisivos son Los elementos de la noche (1966), No me preguntes cómo pasa el tiempo (1969), Islas a la deriva (1976), Desde entonces (1980), Los trabajos del mar (1983), Ciudad de la memoria (1989), La arena errante (1999) y Siglo pasado (2000). La editorial Visor ha publicado una antología de su obra, En resumidas cuentas (2004) y en esta misma colección La edad de las tinieblas (2009). Ha recibido, entre otros, el Premio Octavio Paz (2003), el Premio Pablo Neruda (2003), el Premio Ciudad de Granada Federico García Lorca (2005) y el premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2009)
Todo parecía posible en México a finales de los años cuarenta, recuerda Carlos, el narrador y protagonista de esta novela: el presidente inauguraba obras públicas a diario, avanzaba la industrialización, se incorporaban palabras inglesas y el mundo antiguo parecía quedarse atrás ante el impulso modernizador. Y a la salida de la escuela las diferencias se dirimían en las batallas de la pandilla en uno de los desiertos del barrio, donde jugaban a la guerra de Oriente Próximo. Ninguna experiencia, sin embargo, fue tan intensa para el niño que estaba a punto de convertirse en adolescente como el enamoramiento puro y arrebatado que vivió en cuanto conoció a la madre de su amigo Jim. La historia de esa iniciación amorosa, de su deseo imposible e incurable, que ahora reconstruye Carlos, es también la historia de la reacción de la sociedad adulta de aquellos años. Y en todos los comportamientos que acompañaron su primera adolescencia, el Carlos adulto descubre ahora las grietas y las fracturas de un mundo que encerraba en sí mismo una descomposición anunciada.
Este volumen reúne, en versión pulida y revisada, dos libros de cuentos: El viento distante (1963) y El principio del placer (1972), que en su país de origen, México, no han dejado de leerse y reimprimirse. En el primero aparecen niños que aprenden a sobrevivir en un mundo hostil e incomprensible, adolescentes que padecen los primeros ardores del amor y el bochorno de sentirse despreciados. Por doquier, el rechazo, la amenaza y la violencia ciega son fuerzas latentes que emergen en el momento menos esperado. A su vez, El principio del placer se compone de cinco cuentos y una novela corta, relato de formación, descubrimiento del amor y la sexualidad en medio de la corrupción, la maldad y la hipocresía. Los cuentos restantes emplean los más diversos recursos estilísticos y estructurales para explorar la amistad, el odio y la sumisión en narraciones que se pueden leer como historias fantásticas o como oblicuos testimonios de una realidad insostenible que en medio siglo no ha hecho sino cambiar todos los días, sólo para, en el fondo, seguir igual que siempre.
En este quinto volumen de la Poesía Completa de José Emilio Pacheco (México, 1939-2014) se reúnen los libros El silencio de la luna, La arena errante y El siglo pasado. «La poesía de José Emilio Pacheco se inscribe no en el mundo de la naturaleza sino en el de la cultura y, dentro de éste en su mitad en sombra. Cada poema de Pacheco es un homenaje al No; para José Emilio el tiempo es el agente de la destrucción universal y la historia es un paisaje de ruinas. Podría suponerse que este parti pris lo convierte en un Doctor Pangloss al revés, empeñado en demostrar que vivimos en el peor de los mundos posibles. Por fortuna no siempre es así. Puesto que todos somos dobles, una y otra vez irrumpe en sus poemas la voz del Sí.» OCTAVIO PAZ «La poesía ayuda a vivir, es vida en sí misma y Pacheco afirma una y otra vez que la poesía contiene lo mejor del hombre y es una garantía contra la muerte. Ella significa todo lo que abraza, incluso lo más íntimo y pequeño, hasta esos imperceptibles pasadizos de una hoja de sauce.» M. VARGAS LLOSA