Esta obra supone el primer acercamiento global a la estructura externa del género editorial caballeresco, que se mantuvo sin grandes transformaciones durante todo el siglo XVI y principios del XVII. Para tal labor, el autor se ha basado en el estudio personal de casi dos centenares de ejemplares de libros de caballerías conservados en diversas bibliotecas de España, Francia, Italia, Gran Bretaña, Portugal y Colombia, adaptando para sus propósitos los métodos de análisis de la bibliografía textual, a cuyos principios se dedica el primer capítulo. Resulta igualmente destacable su análisis sobre la lectura coetánea, que ha abierto una nueva vía de estudio para la recepción de tales obras literarias, con el estudio sistemático de notas marginales, de las encuadernaciones de las bibliotecas, etc. En su estudio, José Manuel Lucía Megías ha matizado algunas de las teorías más aceptadas sobra la difusión y el éxito de los libros de caballerías a lo largo de nuestro Siglo de Oro, en donde el género literario debe ser analizado teniendo en cuenta las diversas estrategias editoriales que libreros e impresores pusieron en marcha para mantener sus beneficios económicos. De este modo, se ofrecen en este estudio nuevos enfoques para entender el éxito y la difusión de El Quijote entre sus lectores coetáneos. El libro se acompaña de algo más de doscientas ilustraciones, algunas de ellas inéditas, ya que se encuentran en los ejemplares de libros de caballerías descubiertos por el propio autor en su infatigable trabajo en diversas bibliotecas.
Pues ved en cuanta aflición estaría el penado infante que un punto que reposar quisiesse jamás él lo podía hazer hasta morir o vencer, el cual como se viesse en tanta fatiga arrojó como desesperado un golpe tan estrañoa una de aquellas cuatro figuras, que como él fuesse dado con tanta fuerça y con tal espada, dándole por cima de la rodilla le cortó una pierna cercén y una cadena de hierro que por de dentro de la pierna que gruessa era subía, con la cual todo el artificio de las imágines se governava. Y como soltasse la cadena con el corte del espada, todas cuatro figuras vinieron con tanto impectu a tierra que parescía hundirse una gran fortaleza (Roselao de Grecia, cap. IX). La figura de los autómatas se haya integrada en la ficción literaria de la Edad Media y el Renacimiento, especificándose a través de diversas modalidades que en su gran mayoría se hallan supeditadas a la más pura y desbordante fantasía. Arquitecturas móviles que se desplazan con facilidad, fuentes, jardines y vergeles que contienen aparatos neumáticos, puertas, suelos y alcobas que se contraen o desaparecen, y muy especialmente, animales y hombres artificiales, habitualmente de metal, y a veces de piedra o de madera, que a menudo pueden emitir sonidos, o quizá arrojar fuego y aire sofocante, o también moverse y disparar flechas, o embestir con armas poderosas, son algunos de los patrones que componen lo maravilloso mecánico, en cuanto que aportaciones de singular importancia en el desarrollo narrativo de los libros de caballerías castellanos, donde se constituyen, sin lugar a dudas, en elementos recurrentes y significativos de sus aventuras al límite y sus experiencias más terminales. En esta Antología exponemos algunos de los ejemplos de autómatas que aparecen en el ancho piélago de los libros de caballerías castellanos, donde la representación de las artes mecánicas se percibe muy consolidada. El propósito de dicha galería radica en promover la investigación del significado del autómata y su versatilidad en la poética caballeresca. JESÚS DUCE GARCÍA es doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Zaragoza y profesor asociado de Literatura Infantil y Juvenil en la misma universidad. Dedicó su tesis doctoral al estudio y edición del Valerián de Hungría, libro de caballerías editado en Valencia en 1540. Sus líneas de investigación son la literatura caballeresca, la narrativa de Cervantes y las academias y justas de los Siglos de Oro, además de varias aproximaciones al mundo del cómic. Participa en Clarisel, grupo de investigación de literatura medieval y renacentista, avalado por el Gobierno de Aragón.
Ningún género de la literatura española se puede comparar, en términos de la cantidad de obras que produjo y el entusiasmo que suscitó en su tiempo, con los Libros de Caballerías. Durante todo el siglo XVI, y aun después, villanos y nobles, clérigos y seglares, ciudadanos y campesinos, disfrutaron sin respiro de las historias de los caballeros errantes. Carlos V, Francisco I, santa Teresa de Jesús o san Ignacio de Loyola, y por supuesto Cervantes, figuran entre sus más apasionados lectores. Entre sus autores se cuentan la primera mujer novelista de Occidente, Beatriz Bernal, algunos literatos conocidos como el cronista Oviedo el primer europeo que escribió una novela en la recién descubierta América, el humanista Antonio de Torquemada o el inefable Feliciano de Silva, pero además una nutrida tropa de letrados, capitanes, rentistas, funcionarios y hasta un curandero morisco, con nombre o anónimos, que de su pasión lectora y de sus ilusiones sacaron inspiración para componer sus propias historias caballerescas. Las andanzas de los Amadises, Palmerines, Febos y demás se tradujeron e imitaron en todas las lenguas cultas e incluso funcionaron como modelo no sólo de ficción sino de civilización en todas las sociedades europeas de su época. La parodia del Quijote el último de los libros del género que se escribió tuvo la consecuencia, sin duda no deseada por su autor, de servir de coartada para que la historiografía posterior optara por privarse del placer de seguir leyéndolos. Sin embargo, los temas de los que trataban y la emoción con que se narraban siguen vigentes porque continúan vivos, en tanto que amor, fantasía, sueños, humor o aventuras son asuntos eternos de la humana condición. De todos ellos podrá disfrutar el lector actual de esta Antología de cuentos de los Libros de Caballerías, y comprobar hasta qué punto caballeros y doncellas, hechiceras y dragones y los amenos relatos de sus extraordinarias peripecias, forman parte aún de nuestra cultura.
Los mejores libros jamás escritos. «¡Quiera Dios, mi verdadero amigo, que yo vea aquel día que tan bueno habéis de ser, e ansimesmo vea las vuestras caballerías, que tan grandes han de ser!» Los Siglos de Oro representan en España la época cumbre de las letras, impulsada por el apoyo oficial a la instalación de imprentas y el creciente poderío económico del Imperio español. En ese marco, los libros de caballerías se popularizan hasta convertirse en el máximo exponente de la literatura de entretenimiento, donde se difunden los valores morales de la época hilvanados con elementos humorísticos. Este volumen presenta una antología de los más significativos libros de caballerías, desde el Amadís de Gaula o las Sergas de Esplandián de Garci Rodríguez de Montalvano hasta el Florisando de Páez de Ribera, que, gracias a la cuidada edición de Carlos Alvar y José Manuel Lucía Megías, permite el abordaje completo y sistemático de una época determinante en las letras hispánicas.
LIBROS DE CABALLERÍAS: los que tratan de hazañas de caballeros andantes, ficciones gustosas y artificiosas de mucho entretenimiento y poco provecho, como los libros de Amadís, de don Galaor, del Caballero del Febo y los demás.Así se definían los libros de caballerías en 1611: libros de entretenimiento, de placer y gusto. Libros que todo el mundo conocía porque siempre había alguien que pudiera leer alguno en medio de una plaza, de un comedor, del patio de una venta. Libros llenos de aventuras, tanto guerreras como amorosas, de enredos y situaciones cómicas, de pruebas imposibles de superar, pero también libros de enseñanzas al mostrar formas ideales de comportamiento, por más que ahora (aparentemente) estén alejadas de nuestro modo de pensar o de actuar.¿O estamos más cerca de los libros de caballerías de lo que creemos?LOS EDITORESJosé Manuel Lucía MegíasEs profesor de Filología Románica de la Universidad Complutense de Madrid y Coordinador Académico del Centro de Estudios Cervantinos. Junto a Carlos Alvar, dirige las colecciones editoriales Libros de Rocinante y Guías de lectura caballeresca y publicó una Antología de libros de caballerías (Barcelona, 2004). En 2003 ganó el Premio de Ensayo Sial con su monografía De los libros de caballerías manuscritos al Quijote.
LIBROS DE CABALLERÍAS: los que tratan de hazañas de caballeros andantes, ficciones gustosas y artificiosas de mucho entretenimiento y poco provecho, como los libros de Amadís, de don Galaor, del Caballero del Febo y los demás.Así se definían los libros de caballerías en 1611: libros de entretenimiento, de placer y gusto. Libros que todo el mundo conocía porque siempre había alguien que pudiera leer alguno en medio de una plaza, de un comedor, del patio de una venta. Libros llenos de aventuras, tanto guerreras como amorosas, de enredos y situaciones cómicas, de pruebas imposibles de superar, pero también libros de enseñanzas al mostrar formas ideales de comportamiento, por más que ahora (aparentemente) estén alejadas de nuestro modo de pensar o de actuar.¿O estamos más cerca de los libros de caballerías de lo que creemos?LOS EDITORESJosé Manuel Lucía MegíasEs profesor de Filología Románica de la Universidad Complutense de Madrid y Coordinador Académico del Centro de Estudios Cervantinos. Junto a Carlos Alvar, dirige las colecciones editoriales Libros de Rocinante y Guías de lectura caballeresca y publicó una Antología de libros de caballerías (Barcelona, 2004). En 2003 ganó el Premio de Ensayo Sial con su monografía De los libros de caballerías manuscritos al Quijote.
Nacido en Palma de Mallorca hacia 1235 en el seno de una rica y noble familia, RAMON LLULL (en castellano RAIMUNDO LULIO) formó parte de la corte de los reyes Jaime I y Jaime II de Aragón. En torno a 1264 un sesgo repentino en su vida hizo de él un exaltado misionero de la fe de Cristo y, sin duda, el místico más importante del Medievo. Hacia 1275, al dejar para siempre la corte aragonesa, escribió el LIBRO DE LA ORDEN DE CABALLERÍA. Dividido en siete partes «a semejanza de los siete planetas», este opúsculo, verdadero manual del buen caballero cristiano, influyó decisivamente en el «Libro del caballero et del escudero» de Don Juan Manuel y conoció, debido a su belleza y brevedad, una rápida difusión. La presente versión de este hermoso texto medieval, así como el prólogo que la acompaña, han corrido a cargo, en esta edición, de Luis Alberto de Cuenca.