Interesante recopilación de textos humorísticos, que abordan múltiples aspectos de la vida española en el primer tercio de siglo. Un volumen útil para constatar la evolución del humor españñol desde los últimos años del XIX a la generación de «Gutiérrez».
En 1952 se estrenaba " Tres sombreros de copa " con veinte años de retraso. Treinta antes, Mihura había publicado «Tragedia breve de una señorita», un cuento breve que permitía deducir el sentido del humor que precedió y acompañó a su teatro. «Yo, que amo el refrito -escribiría Mihura-, he publicado en " La Codorniz " muchos chistes y artículos que había publicado hace quince años en " Gutiérrez " ». Úsese este libro como lo que es: un repaso por su obra gráfica y periodística, que permite vislumbrar los estratos y materiales del humor que edificó su estilo. El lector tiene ante sí un singular museo de curiosidades: un leopardo aficionado a la música descriptiva, un cocinero de ocasos, una vieja a la que se le habían muerto todos los dientes, una lágrima que cae bajo las ruedas de un vagón y la destroza, un paisaje de arrugas muertas a planchazos, una nariz desagradecida que puede competir con la de Gógol... Estupenda la «Sección dedicada a explicar bien cómo son» determinadas cosas: por ejemplo, «el metro», que casi es una historia de cronopios, o «la hormiga», cuyo principio recuerda «La esfinge» de Poe. Y las ingeniosas dilogías. Es conocida aquella de Jardiel: «Pasaron cinco minutos y dos aeroplanos». Mihura escribe: «Después de hacerme esta reflexión y un siete en la americana...». Museo que tiene además la ventaja de ser un espejo de la historia: alusiones más o menos picantes que Mihura hacía en 1925 no habría podido -ni querido- hacerlas treinta años después. Personajes, lugares, situaciones, incluso textos, que años después renacerían en sus comedias. Curiosas premoniciones: ¡Y se quejaba Greta Garbo en el 29 de las «maquinitas de retratar!». En su humor previó los pisos como cárceles; las ciudades como desiertos, como hormigueros o como infiernos; supo que todos los niños se estropean cuando crecen, y que «siempre que se viene de la guerra se pierde algo». Juan de Mairena aseguraba que «el hombre es el animal que usa relojes».
Mercedes es una casadita de mediana edad que para no aburrirse demasiado en su matrimonio lee novelas de aventuras. Una noche, en la que su marido (Lorenzo) aún no ha llegado por cuestiones de trabajo y mientras lee una de sus novelas, se queda dormida y tiene un sueño con absoluta apariencia de realidad. En ese sueño, disparatado y sorprendente, su marido se había enamorado de una secretaria (Raquel, una joven huérfana) y para poder vivir ese amor habían decidido envenenarla. En ese sueño también aparece un misterioso personaje: Un indio americano que conecta muy bien con ella. Después de constatar con los criados de la casa que sólo había sido un sueño, Mercedes intenta tranquilizarse, pero...
Escrita a comienzos de los años treinta, la comedia TRES SOMBREROS DE COPA, germen de toda la producción teatral de Miguel Mihura, tardó veinte años en ser estrenada y produjo, en el momento de su estreno, escándalo y asombro. Mientras muchos espectadores la calificaban de inmoral, la crítica veía en ella una ruptura con el teatro cómico anterior, un comienzo absoluto que presagiaba el teatro del absurdo. La fuerza dramática de la obra radica en la oposición de dos mundos irreconciliables: el de la burguesía provinciana esclavizada por mil convenciones, y el de un grupo de automarginados de esa sociedad que buscan la libertad y rechazan la moral hipócrita. No hay aquí lucha de clases ni se propugna una alternativa social. Las grandes tensiones se redimen por medio de un humor que rezuma escepticismo.
Miguel Mihura (1905-1977) rompió con su primera obra, Tres sombreros de copa, los moldes del teatro de la primera mitad del siglo xx. Hombre genial, vividor, dibujante (Gutiérrez), periodista (La Ametralladora y La Codorniz), guionista (¡Bienvenido, Mr. Marshall!, en colaboración con Berlanga), escritor y dramaturgo, «es, antes que nada un poeta». Así lo ve Antonio Mingote en su excelente Prólogo a estas dos obras: MELOCOTÓN EN ALMÍBAR y NINETTE Y UN SEÑOR DE MURCIA. Como en todo el teatro de Mihura, son los personajes femeninos los que animan y argumentan las dos comedias: la monja Sor María, detective aficionada; Nuria, una chica de «vida alegre»; Doña Pilar, ama de casa tontaina y charlatana, o Ninette, prototipo de mujer ideal, libre, alegre y desinhibida. Con MELOCOTÓN EN ALMÍBAR, parodia de las novelas policíacas, consigue Mihura una comedia de «suspense» pulida y trabajada; NINETTE Y UN SEÑOR de Murcia, donde caricaturiza la vida española de la época, en su contraste con la parisina, es «sin duda, una de las mejores comedias de su autor. Y tal vez, desde el punto de vista de la mecánica teatral, la mejor».
Miguel Miura es uno de los grandes de la comedia española de este siglo. Escritor autodidacto e intuitivo, comenzó su carrera con un alarde vanguardista tan sorprendente (Tres sombreros de copa), que los escenarios españoles tardaron veinte años en estrenarlo; hoy es ya un título clásico, imprescindible no sólo en la historia de nuestro teatro sino también en la del europeo. Este volumen, que reúne las dos comedias citadas, permitirá al lector hacerse una idea cabal del arte de Mihura, un escritor que con el paso del tiempo se ha agrandado a ojos de la crítica y cuya obra resulta de obligado conocimiento para cualquier aficionado al teatro.
SEGUNDA EDICIÓN REVISADA Y ACTUALIZADAEste tomo, que fue preparado por el propio Mihura y ha sido puesto al día por Juan A. Ríos Carratalá, recoge la comedia que más prestigio le aportó TRES SOMBREROS DE COPA y la que más éxito obtuvo MARIBEL Y LA EXTRAÑA FAMILIA, alejadas en el tiempo pero identificadas por un humor común que el autor definió como: «un capricho, un lujo, una pluma de perdiz que se pone uno en el sombrero. El humor verdadero no se propone enseñar o corregir, porque no es ésta su misión. Es lo más limpio de intenciones, el juego más inofensivo, lo mejor para pasar las tardes. Es como un sueño inverosímil que al fin se ve realizado.»EDICIÓN DE MIGUEL MIHURA(Madrid, 1905-1977). Vive desde su infancia el mundo de la farándula pues su padre fue actor, autor y empresario teatral. A los dieciocho años comienza a colaborar en la prensa como dibujante y autor de historietas, artículos y cuentos. Dirige La Ametralladora (1936-1939) y funda en 1941 La Codorniz, que abandona en 1944. Escribió para más de cincuenta películas de cine. Obtuvo dos veces el Premio Nacional de Teatro y el Premio Nacional de Literatura Calderón de la Barca (1964). Fue elegido académico de la Real Academia Española en 1976.REVISADA POR JUAN A. RÍOS CARRATALÁCatedrático del Departamento de Filología Española de la Universidad de Alicante. Ha publicado: Vicente García de la Huerta (1987), Románticos y provincianos (1987), De la Restauración al 98 (1990); Carlos Arniches (1990), El teatro en el cine español (1999), La ciudad provinciana. Literatura y cine en torno a Calle Mayor (2000), Cómicos ante el espejo (2001) y Dramaturgos en el cine español: 1939-1975 (2003).Dos fragmentos de la INTRODUCCIÓN de Miguel Mihura:Mi primera obra TRES SOMBREROS DE COPA la había escrito con facilidad, con alegría, con sentimiento. Me había encontrado a mí mismo, lo contrario que me había ocurrido con el dibujo y la literatura de humor, géneros en los que en mis principios había sufrido mil influencias. En esta obra, no. Aquel estilo era el mío propio y yo sabía muy bien que no estaba influido por nadie; que escribía lo que sentía; y que las palabras necesarias para expresar aquello que sentía, fluían de mi pluma sin ningún esfuerzo, espontáneas, con emoción, con garbo, con vida propia, con ritmo y hasta con una cadencia especial que sonaba a verso.Creo firmemente que MARIBEL ha sido mi obra más conseguida. Yo, al menos, estoy muy contento de haber escrito esta comedia.Existe también una edición encuadernada en tapa dura conmemorativa del 35 Aniversario de Clásicos Castalia
Cuando se lee " Tres sombreros de copa " , comedia escrita en 1932, sorprende por encima de todo la originalidad de una nueva concepción del teatro de humor por parte del por entonces joven autor Miguel Mihura, en una época en que Valle-Inclán y Lorca, entre otros, estaban ensayando nuevas fórmulas teatrales. Humor amable, casi absurdo -antes de que se hablase de teatro del absurdo- y, sobre todo, denunciador de vulgaridades y comportamientos de la burguesía. Desgraciadamente, la sociedad española no lo entendió así y hasta 1952 no se estrenó esta verdadera joya de la literatura dramática contemporánea.