Un sentimiento y una mirada inédita al paisaje parisino se dan cita en este libro mítico de la Modernidad. Como un «aldeano» recién llegado a la gran metrópoli, con los ojos abiertos de par en par, Aragon nos enseñó a mirar de un modo nuevo, ¡ya en 1926!, los escaparates, los pasajes, los parques, los recortes de periódico. Aragon elevó a la categoría de fetiches los urinarios, el misterio de los jardines, los carteles encolados en fachadas y muretes. La luz moderna de lo insólito los bustos de cera de las peluquerías convertidos en esculturas de belleza convulsa se cuela por todas las esquinas en estas páginas fascinantes, y paseamos junto a su autor, como lo hiciera el propio Walter Benjamin, excitados y ansiosos por descubrir al fin la esencia de la ciudad contemporánea. «Modernidad. Esta palabra se funde en la boca antes incluso de ser pronunciada. Sucede lo mismo con todo el vocabulario relativo a la vida, el cual no expresa un estado, sino el cambio. Recuerdo una escalofriante figura de cera en una peluquería, con sus brazos cruzados sobre el pecho y el cabello desgreñado bañando su ondulado permanente en el agua de una copa de cristal. Me viene a la memoria una tienda de pieles. Recuerdo la mímica extraña del electroscopio de hojas doradas. ¡Oh, sombreros de copa, durante una semana habéis tenido para mí el negro aspecto de un signo de interrogación!». Un libro fundamental de la literatura francesa, un retrato indispensable del París de la primera mitad del siglo XX, de algunos de sus personajes y, sobre todo, de sus lugares ya míticos.
LOS OJOS DE ELSA, publicado por Louis Aragon en 1942, es el libro más reconocido del autor y considerado una de las obras mayores de la poesía francesa del siglo XX. Los ojos de Elsa constituye uno de los más bellos cantos de amor que un poeta haya jamás escrito. Inspirado en Elsa Triolet, su mujer y una de las más importantes escritoras francesas de origen ruso, comprende veintiún poemas de excepcional belleza, transidos de historia íntima, imágenes conmovedoras y una penetrante sensibilidad. Durante la Segunda Guerra Mundial, Louis Aragon tomó partido por la resistencia contra el nazismo. Denominado el último poeta cortés, Aragon rememora la gloria de los viejos trovadores provenzales a través de su canto a la mujer amada. Precisamente escribe estos poemas en la zona no ocupada del sureste francés, el mismo territorio donde floreció la lírica occitana trovadoresca, que el poeta considera un símbolo de cultura propia y motivo de orgullo nacional ante el invasor. Convencido de que la poesía puede ser una efectiva arma de combate, Los ojos de Elsa supone una contribución poética a la resistencia francesa y un himno desgarrado de amor a Francia.