«Mientras he estado en el extranjero, yo he tenido un punto de referencia para juzgar los hombres y las cosas: España. Pero esto era únicamente porque yo soy español y no porque España me parezca la medida ideal de todos los valores. Ahora, y para hablar
Un libro de libros imprescindible sobre el controvertido periodo que fue la antesala de la guerra civil, escrito por las mejores plumas del momento. La II República, denominador común de los cuatro libros reunidos en este volumen, es un periodo extremadam
Los textos reunidos en este volumen a cargo de su biógrafo, Pedro Ignacio López, son una recopilación creada ex novo, bastante completa, de las crónicas y los artículos que sobre el mundo de la música, en general, publicó Camba a lo largo de su carrera en La Correspondencia de España, El Mundo, La Tribuna, ABC y El Sol. Más de la mitad permanecían olvidados en las hemerotecas, siendo prácticamente desconocidos para la mayor parte de los lectores. De este modo, el libro se convierte no sólo en una recopilación temática, sino también en un excelente muestrario general del articulismo inédito de Camba.
«Yo tengo una gran admiración por Camba. Era un tipo curioso, un gallego extremadamente vivo. Tenía una intuición extraordinaria.» JOSEP PLA · «Camba era el logos, la más pura y elegante inteligencia de España.» JOSÉ ORTEGA Y GASSET · «¡Y qué hondura, qué originalidad! La literatura española moderna cuenta con un grande, con un admirable humorista.» AZORÍN
El espíritu viajero de Camba, que ejerció como corresponsal de prensa en Nueva York, Londres, Berlín y París no sólo le permitió conocer de primera mano las comidas y bebidas de los principales países del mundo, sino que también acabó enemistándole con el ajo, lo que prueba su carácter iconoclasta y anarquista. Todo ese saber se condensa en La casa de Lúculo, uno de sus mejores libros, donde plantea una filosofía de la vida a través del paladar, saltándose todas las fronteras conocidas e imponiendo el sentido común y el humor al arte de la gastronomía, que él siempre atribuyó a las clases medias antes que a los estómagos opulentos.
En la primavera de 1907, un joven y aún poco conocido Julio Camba aceptaba la oferta del diario España Nueva, de ideología republicana y estilo desenfadado y provocador, para ejercer como cronista parlamentario en la legislatura que inauguraba el denominado «gobierno largo» de Maura, quien regresaba al poder dispuesto a llevar a cabo, con renovado impulso, su ambiciosa y controvertida «revolución desde arriba». Durante dos meses, Camba asistirá puntualmente desde la tribuna de prensa a las sesiones del Congreso, dando origen a la serie «Diario de un escéptico», unas incisivas crónicas parlamentarias en las que su descontento con la clase política le inducirá a adoptar el humorismo como cauce para su pensamiento rebelde. Con Azorín como antecesor más directo, y su paisano Fernández Flórez como ilustre continuador, juntos renovarán el modo de hacer información parlamentaria al adoptar una común actitud de observadores minuciosos, irónicos, distantes en apariencia de las contiendas políticas, pero con un indudable fondo de preocupación por la realidad española. En este volumen se reúnen, por vez primera, todas las crónicas cambianas que componen la serie «Diario de un escéptico», además de otros artículos de asunto político que Julio Camba fue publicando a lo largo de aquella etapa maurista de gobierno y que completan el recorrido por una legislatura que sería ?tal vez? la más emblemática y trascendente de todo el reinado alfonsino, cuyo fracaso final supondría la desintegración definitiva del sistema de turno, basado en el pacto previo y el falseamiento electoral, diseñado por los artífices de la Restauración. Transcurrido un siglo desde su publicación, el lector contemporáneo podrá sorprenderse y disfrutar con unos textos tan vivos y actuales hoy ?casi? como el día en que se compusieron, pudiendo establecer paralelismos comparativos con nuestra propia situación política y constatar cómo aquellas contrariedades del momento político vivido por Camba no distan tanto, en el fondo, de las de nuestro presente más rabioso. Julio Camba (Vilanova de Arousa, 1884-Madrid, 1962), es sin discusión uno de los cronistas más populares que ha habido en nuestro país, exponente de un estilo conciso cargado de agudas e irónicas observaciones. Tras unos inicios periodísticos en diversas publicaciones ácratas como El Rebelde, de la que fue su fundador y director, su paso en 1907 por el diario republicano España Nueva, encargado de efectuar la crónica parlamentaria, y su ingreso a continuación en El Mundo al frente de la sección «Palabras de un mundano» y después como corresponsal en París, lo catapultarían a la fama y le abrirían las puertas de las principales cabeceras de la época, colaborando en ABC y El Sol. De sus estancias en el extranjero surgirían algunos de sus más afamados libros, como La rana viajera (1920) o La ciudad automática (1932). Premio «Mariano de Cavia» en 1951, Camba publicó también otros volúmenes al margen de su actividad periodística: La casa de Lúculo (1929) y Haciendo de República (1934). José Miguel González Soriano (Madrid, 1973) es doctor en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido becario de la Real Academia Española y ha ejercido como documentalista para la Asociación de la Prensa madrileña y otras instituciones. Miembro del grupo de investigación La Otra Edad de Plata (UCM), coordinador y reseñista crítico del suplemento literario «Los Lunes» del diario El Imparcial.es desde su fundación en 2009, en la actualidad colabora en las bases de datos digitales Dialogyca BDDH y Mnemosine: textos literarios raros y olvidados (1868-1936).
Camba no pasó por alto en sus columnas las penurias y rutinas del oficio de periodista. Esos artículos muchos de los cuales aparecen reunidos en este libro por primera vez- configuran una suerte de antimanual desmitificador y desternillante. Estas Maneras de ser periodistas son, a su manera, una declaración estética y vital, y, por encima de todo, un ajuste de cuentas contra el miserable que inventó la imprenta.
Camba es un moderno de veras. Contemplada en su conjunto, su obra está hecha de fragmentos, de trozos de espejo, de pecios, de apuntes de diario o apuntes del natural, de pequeños cuentos que parecen capítulos desgajados de un texto mayor e invisible. Su herramienta principal ?la ironía? le sirve para ofrecernos una imagen paradójica del mundo moderno, en el que no se siente ni a gusto ni a disgusto, sino más bien encogido de hombros, aunque de vez en cuando se pone estupendo, es decir, categórico, y escribe cosas como «Toda la civilización no es más que una lucha desesperada del hombre para no tener que trabajar». (Del prólogo de Juan Bonilla) Julio Camba Andreu (Vilanova de Arousa, 1884-Madrid, 1962) fue durante la segunda y tercera década del siglo XX uno de los más singulares corresponsales extranjeros que haya tenido nunca la prensa española. Su maestría no ha dejado de ser elogiada por escritores tan distintos y variados como Miguel Delibes, Francisco Umbral, Cándido, Manuel Vicent o Antonio Muñoz Molina. A los dieciséis años se escapó de casa y llegó hasta Buenos Aires. Allí se introdujo en los círculos anarquistas y redactó incendiarias proclamas y panfletos. Al final fue deportado del país junto con otros anarquistas. De regreso a España empezó a colaborar en la prensa local gallega y en publicaciones revolucionarias del Madrid de comienzos de siglo, y su prosa no tardó en ocupar las columnas de los más importantes periódicos (El País, España Nueva, La Correspondencia de España, El Mundo, La Tribuna, ABC, El Sol, Ahora?). De sus quince libros publicados, siete son crónicas de viaje para diversos periódicos: Playas, ciudades y montañas (Galicia, París y Suiza), Londres, Alemania (los tres de 1916), Un año en el otro mundo (1917) (Nueva York), La rana viajera (1920) (España), Aventuras de una peseta (1923) (Alemania, Londres, Italia y Portugal) y La ciudad automática (1932) (Nueva York de nuevo).
Aventuras de una peseta recupera para el lector de nuestro país las crónicas que el genial escritor dedicó a Alemania, Gran Bretaña, Italia y Portugal. En ellas Camba se propone desmenuzar la realidad con precisión de cirujano, haciendo que las cosas, la
En 1916 un joven Julio Camba viajó por primera vez a Nueva York para ocupar la plaza de corresponsal del diario ABC. Durante un año pemaneció en el «otro mundo», desde donde envió crónicas de una realidad sorprendente en las que los detalles de ambiente y costumbres se mezclaban con otras noticias más relevantes, como las elecciones que dieron la presidencia a Woodrow Wilson, el hombre que decidió la entrada de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial. Fruto de esa experiencia neoyorquina surgió Un año en el otro mundo, el libro que consagró a Camba como escritor. «La literatura española cuenta con un grande, con un admirable humorista», sentenció Azorín, impresionado por la lectura de esta obra que comparó con el Viaje sentimental de Sterne. Ese humor ha logrado que casi cien años después la mirada con que Camba apresó el «espíritu americano» siga vigente: la afición a los récords, el consumo de goma de mascar, el gusto por las catástrofes, el valor que se da al dinero como patrón del éxito social, el sensacionalismo de la prensa, la profusión de detectives Un siglo después tampoco ha cambiado demasiado el concepto que desde la ciudad de los rascacielos se tiene de España.
Este libro reúne escogidos por el propio Camba los mejores escritos del genial columnista gallego; un volumen que contiene la esencia del trabajo de toda una vida, seleccionado y ordenado por su propio autor: su Galicia natal, parte de su vuelta al mundo (Inglaterra, Francia, Alemania, Suiza, EE. UU.., Italia, Portugal), su reencuentro con España, sus apreciaciones gastronómicas y su visión de la República, sin olvidarse de un poco de casi todo y otro poquito de casi nada. Mis páginas mejores es el libro fundamental de Camba: un inmejorable acercamiento a la obra de un autor que ningún lector en español debería ignorar.
Publicado por primera vez en 1916, Playas, ciudades y montañas recoge las experiencias de Julio Camba en tres territorios bien diferentes: Galicia, Francia y Suiza. Con visión aguda y humorística comienza con un largo recorrido por su tierra natal, que abre y cierra con el paisaje de su infancia: la ría de Arosa. La segunda parte (ciudades) se centra en París, en donde fue corresponsal del diario El Mundo. Como ocurre siempre con su literatura, el París de hoy, pese al paso de los años, sigue empeñado en dar la razón a Camba. La montaña le corresponde a Suiza, un lugar donde encuentra ciudadanos de toda Europa menos suizos. Con motivo del cincuenta aniversario de la muerte de Camba, Playas, ciudades y montañas, supone un homenaje a uno de los mejores escritores españoles del siglo xx.
Este libro, Alemania. impresiones de un español, fue publicado hace casi un siglo, en 1916, y no es más que un puñado de crónicas periodísticas sobre la Alemania de 1912, aunque también sea mucho más. La Alemania que retrató Camba ya no existe, en realidad ni siquiera existía ya cuando se publicó el libro en plena Primera Guerra Mundial, pero es la Alemania de Camba, el primer gran periodista del siglo xx. Sus brevísimos y acerados artículos conspiran unánimemente contra la solemnidad y el lugar común y son un prodigio de observación y naturalidad, además de encerrar siempre una inmensa carga humorística de raíz hondamente galaica. A Camba, a todo Camba, pero en especial al primero, el más bien humorado y el más escéptico, puede seguir, tras casi 100 años, leyéndosele como lo que es, un escritor plenamente actual, un escritor de nuestro tiempo. Julio Camba Andreu (Vilanova de Arousa, 1884-Madrid, 1962) fue durante la segunda y tercera década del siglo XX uno de los más singulares corresponsales extranjeros que haya tenido nunca la prensa española. Su maestría no ha dejado de ser elogiada por escritores tan distintos y variados como Miguel Delibes, Francisco Umbral, Cándido, Manuel Vicent o Antonio Muñoz Molina. A los dieciséis años se escapó de casa y llegó hasta Buenos Aires. Allí se introdujo en los círculos anarquistas y redactó incendiarias proclamas y panfletos. Al final fue deportado del país junto con otros anarquistas. De regreso a España empezó a colaborar en la prensa local gallega y en publicaciones revolucionarias del Madrid de comienzos de siglo, y su prosa no tardó en ocupar las columnas de los más importantes periódicos (El País, España Nueva, La Correspondencia de España, El Mundo, La Tribuna, ABC, El Sol, Ahora?). De sus quince libros publicados, siete son crónicas de viaje para diversos periódicos: Playas, ciudades y montañas (Galicia, París y Suiza), Londres, Alemania (los tres de 1916), Un año en el otro mundo (1917) (Nueva York), La rana viajera (1920) (España), Aventuras de una peseta (1923) (Alemania, Londres, Italia y Portugal) y La ciudad automática (1932) (Nueva York de nuevo). Esta edición se presenta con un prólogo de Francisco Fuster y en ella se recogen las crónicas publicadas originalmente entre mayo de 1912 y enero de 1913 en La Tribuna, y, a partir de esta fecha y hasta marzo de 1915 en ABC.
Julio Camba fue un genial y prolífico periodista. A lo largo de su dilatada trayectoria profesional, llegó a publicar más de cuatro mil artículos que, en palabras de Josep Pla, «no tienen precedentes en la literatura castellana». Caricaturas y retratos es una antología de textos de Camba creada ex novo, seleccionada y prologada por el investigador Francisco Fuster, que reúne treinta semblanzas de escritores (Gorki, Rubén Darío, Baroja, DAnnunzio, Balzac, Dickens, Goethe, Kipling ) y pensadores (Nietzsche, Bergson, Marx ). Los retratos que integran esta curiosa galería son una especie de siluetas, de escorzos que nos revelan esa faceta oculta y desconocida de treinta personalidades célebres sobre las que creíamos conocerlo todo.