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Entre el final del siglo XIX y el de la Primera Guerra Mundial surgen en el centro de Europa, durante los años finales del misterioso, por complejo, Imperio Austro-húngaro una pléyade de escritores, la mayoría judíos y de lengua alemana de inmensa importancia para la literatura europea, entre los que conviene citar a Joseph Roth, Stephan Zweig, Franz Kafka y Karl Kraus. Junto a ellos, aunque algo mayor de edad, podemos situar a Arthur Schnitzler (Viena, 1862-1931), poderoso autor teatral y novelista de mérito que sintió siempre la fascinación por «la sangre, la voluptuosidad y la muerte», por decirlo con palabras de un contemporáneo suyo, Maurice Barrès. Fräulein Else (1924), La señorita Elisa, es una de sus últimas novelas y la más reeditada. Una intensa y dramática narración sobre una joven y hermosa muchacha de la alta sociedad vienesa a la que su propia familia, por interés, pone en una situación límite. Novela introspectiva, de aguda penetración psicológica a la vez que fuertemente crítica con la sociedad y las convenciones de su tiempo. La traducción y los dibujos que la acompañan datan de 1945 y son de José Moreno Villa, importante poeta y pintor malagueño, por entonces exiliado en México, donde se publicó por vez primera.
«No te m¡escaparàs. M'hi has de dur. Però amic meu... Deixa'm fer. Ja sé que és perillós... Potser és això precisament el que m'atreu.» Qui parla d'aquesta manera és Fridolin, un metge vienès jove, feliç i ben acomodat, amb èxit, casat i pare d'una nena, que durant uns carnavals se sent arrossegat cap a un món ignot a mig camí entre el son i la vigília, en el qual, empès pel desig, viurà unes experiències de rara i fascinadora intensitat. Amb una subtilesa fora del comú i unes capacitats descriptives i psicològiques extraordinàriament modernes, Arthur Schnitzler ens porta cap a un terreny ambigu i ambivalent, de màgica ensonyació.
Al prologar El retorno de Casanova, José Luis Martínez Suárez afirma: "-Sólo hay que vivir intensamente-, anotó en una carta Schnitzler. Tal deseo puede tomarse como el signo total de su vida, una vida que, si bien no fue esencialmente venturosa, la llevó adelante siempre sin dejarse ganar por la desolación. Su viaje literario, repleto de sus propias inquietudes y contradicciones interiores, fructificó: la mirada de Schnitzler logró plasmar algunos de los rasgos más particulares y definitivos de nuestra contemporaneidad".
Esta edición recoge dos ciclos de escenas, " La ronda " y " Anatol " , y una selección de ensayos y aforismos. " La ronda " (1903) es un ciclo de escenas dramáticas, breves y rápidas que, concebidas como un corro o danza con cambio de pareja, se ejecutan al ritmo del sexo. En " Anatol " , ciclo de escenas aparecidas entre 1889 y 1892, el autor da vida a una figura que es el trasunto literario de su propia personalidad y hace del personaje el epónimo de una época en la que abunda el " tipo de hombre " de mundo. Los " Ensayos y aforismos " son una fecunda reflexión sobre las situaciones, experiencias y problemas que la vida le fue deparando.
«La verdad es que soy una snob. Papá también lo cree así y se ríe de mí. Ay, querido papá, me preocupas mucho. ¿Habrá engañado alguna vez a mamá? Seguro que sí. Varias veces. Mamá es bastante tonta. De mí no tiene ni idea. Y otras personas tampoco la tienen.» Quien así habla es Else T., una joven de diecinueve años, despierta e inquieta, que pasa unas apacibles vacaciones de verano en un hotel de la frontera austroitaliana junto con su tía Emma y su primo Paul, hasta que la llegada de una carta de su padre rompe de modo irreversible la armonía un tanto crepuscular de su entorno. Irónica y amarga, La señorita Else (1924) lleva la capacidad de Schnitzler para dar un completo retrato psicológico de un personaje a una de sus más altas cimas, centrando la atención narrativacomo en El regreso de Casanova, publicado en esta editorialen el aislamiento humano y en la trágica separación del yo de su realidad circundante.
Desde que Felix le confiesa a su amada que sólo le queda un año de vida, la convivencia entre ambos se convierte en un tormento sutil pero tenaz. La vida se estrecha repentinamente y Marie, rebosante de belleza y juventud, se debate entre la entrega más abnegada al enfermo y la necesidad de encauzar su vida, al menos, en la posibilidad de un futuro. El recelo y la desconfianza se convierten en un espejo invertido de equívocos y ambigüedades, y este morir el eclipse, imperecedero e irresoluble, del amor.