A los ojos de Platón, la crisis de los valores ético-políticos de su época y la de las creencias de los hombres acerca del mundo y de sí mismos eran dos caras de la misma moneda: intuía que el desorden, la inconstancia, el azar y la incertidumbre que los filósofos habían descubierto en el universo eran, de alguna manera, los mismos que agitaban a las sociedades de su tiempo; y Platón anhelaba el orden, la ley, la repetición, la certeza, en la sociedad lo mismo que en el pensamiento. Las proposiciones matemáticas gozaban, para Platón, de una certeza indubitable; los objetos de que trataban (números, líneas, círculos...) eran, en fin de cuentas, los únicos objetos conocidos que se comportaban dócilmente tal como mandaba la diosa de Parménides: eran lo que eran y no podían no serlo, eterna e invariablemente. Era razonable pensar, sin embargo, que ese privilegio lo compraban al precio de no ser de este mundo, de no ser, como hoy diríamos, reales. El atrevimiento de Platón fue postular que esos entes ideales, no siendo de este mundo, tenían que ser el fundamento que permitía en ten der el mundo: los entes ideales, las Formas, constituían la estructura fija y estable que subyacía a la realidad cambiante; eran los elementos del mundo que en vano habían buscado los filósofos. En fin de cuentas, las matemáticas, que no trataban más que de puras idealidades, ofrecían el solo ejemplo de un conocimiento firme e infalible; y la pregunta de Platón era cómo debe ser el mundo para que pueda ser conocido. Lo indudable, para Platón, es que no puede haber conocimiento alguno si todas las cosas fluyen y cambian y nada permanece, como creen los supuestos seguidores de Heraclito. De ser así, nada sería lo que es; nada podría ser conocido, ni de nada podría decirse que es esto o lo otro, ya que, mientras hablamos, ya se habría trocado en otra cosa. Para que haya conocimiento, y lo que es más, para que haya algo que conocer, es preciso que haya unas Formas o esencias eternas e inmutables: ?lo Bello y lo Bueno en Sí?, y una para cada una de las cosas que son las que son.
En la historia del pensamiento de lengua española, esta obra representa la manifestación más importante de la filosofía hispanoamericana influida por la europea anterior al idealismo alemán y contemporánea de ésta hasta la positivista y, por lo mismo, un hito de relieve singular en la historia entera de dicho pensamiento. Si en los pueblos de lengua española cultivásemos nuestros clásicos como debiéramos, aunque no fuesen comparables a los clásicos de otros pueblos, en las clases de filosofía deberíamos preferir a cualquier traducción numerosos pasajes de Bello para ilustrar las exposiciones o practicar el comentario de textos.
Del extraordinario personaje que fue ANDRÉS BELLO (1781-1865), damos en esta edición antológica una significativa muestra de sus creaciones literarias, las "Silvas Americanas", con las que empieza la gran poesía del continente ya hispano, y una serie de ensayos críticos dedicados a poetas significativos de la época, juzgados desde un punto de vista sereno. Historiador, filólogo, filósofo, poeta y ensayista, Bello es figura dominante en la cultura de América, como en la actuación histórica lo es Bolívar, del que fue contemporáneo. El estudio biográfico-crítico, que abre el libro, da cuenta de la labor creativa inmensa del venezolano y de sus peripecias vitales, así como de su patriotismo ardiente, que no se transforma en odio, sino que aboga por una pacífica conciliación entre América y la antigua dominadora. EL EDITOR GIUSEPPE BELLINI es catedrático de Lengua y literatura hispanoamericana en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Milán. Asimismo es director del Progetto Strategico Italia-America Latina, del C.N.R.; presidente del Consejo científico del Istituto di Studi Latinoamericani; miembro del Advisory Board de la Universidad Bocconi, de Milán y presidente de Honor de la Asociación Española de Estudios Literarios Americanos. Autor de numerosos libros y artículos, entre los que destaca su "Nueva historia de la literatura hispanoamericana", publicada por Castalia, está reconocido internacionalmente como uno de los mayores especialistas en esa literatura.