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DESTINOS TURÍSTICOS: VIEJOS PROBLEMAS ¿NUEVAS SOLUCIONES? . ¿NUEVAS SOLUCIONES? (TROITIÑO VINUESA, MIGUEL ÁNGEL/GARCÍA MARCHANTE, JOAQUÍN SAÚL/GARCÍA HERNÁNDEZ, MARÍA)
Esta publicación recoge una cincuentena de aportaciones referidas al turismo, al ocio y a los espacios de recreo. La potente capacidad transformadora relacionada con la actividad turística hace necesario debatir, no sólo sobre las características y problemáticas del desarrollo turístico de los últimos años, sino también sobre la virtualidad de las estrategias y actuaciones acometidas, con la finalidad de evaluar su impacto territorial, económico y social. Tomando los destinos turísticos como principal eje argumental, ponencias, experiencias de interés y comunicaciones, plantean las complejas relaciones e interdependencias entre turismo y territorio en los destinos urganos, los espacios rurales/ interior y los litorales. Se trata, en suma, de una aportación, desde la Geografía, orientada a propiciar una reflexión serena sobre el papel del turismo en las dinámicas territoriales y sobre las características de los territorios turísticos que estamos construyendo en estos comienzos del siglo XXI.

EL ARTE DE LA INDIGNACIÓN (CASTRO CÓRDOBA, ERNESTO/CASTRO FLÓREZ, FERNANDO/VELASCO ARIAS, GONZALO/ESPIGADO, MIGUEL/HERNÁNDEZ-NAVARRO, MIGUEL ÁNGEL/LÓPEZ MUNUERA, IVÁN)
Desde las revueltas árabes al movimiento de los indignados, de las huelgas griegas a la ocupación de Wall Street, hemos asistido, sin «entusiasmo» kantiano (vale decir: distancia cómoda del espectador presuntamente crítico), a una serie de posicionamientos tácticos que venían a demostrar que, afortunadamente, no nos encontramos plenamente en la era de la «despolitización». Más allá de la recepción, habitualmente distorsionada o con querencia evidente a la impostura, de los medios de comunicación, tratamos de plantear la cuestión del capital simbólico-cultural que está dinamizándose en el seno del activismo indignado. Si, como pretendiera Adorno, el arte es un sismógrafo de la época, nos interesa presentar una serie de «cartografías» o itinerarios teóricos para comprender lo que está pasando sin caer en el esteticismo pero tampoco en una mera recuperación del realismo como reflejo de los acontecimientos. El arte de la indignación funciona, por tanto, como cuaderno de campo colectivo, materiales polémicos y necesariamente fragmentarios, operativos como herramientas deliberadamente «precarias» contra el nuevo Imperio que se llama Cleptopía.