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Resultados de la búsqueda para: Stevenson Robert Louis
Relatos escritos por el autor en colaboración con su esposa, Fanny Van de Grift (a quien se deben las historias tituladas «El ángel de la destrucción» y «La bella cubana»). Las peripecias de los protagonistas -tres jóvenes de buena familia que, privados de medios de fortuna, deciden entregarse a toda aventura que el azar pueda ofrecerles- nos presentan un populoso Londres («la ciudad de los encuentros, la Bagdad de Occidente») propicio a la aventura y centro de actividad anarquista, el misterioso Utah de los mormones y una isla del Caribe donde el vudú co-existe con la piratería.
Aunque el propio Stevenson advierte de que es «sino de las segundas partes defraudar a quienes las esperan
», no es este el caso de ' Catriona ' continuación de ' Secuestrado ' , y, por lo tanto, de las aventuras de su protagonista, David Balfour. En esta obra, además de la solución de algunas peripecias de la novela anterior, vivimos nuevas aventuras (incluido el enamoramiento de David Balfour de Catriona, el personaje femenino que da nombre a la obra), y, por supuesto, volvemos a disfrutar de la incomparable prosa de su autor.
Este breve y poco conocido ensayo de Robert Louis Stevenson es un pequeño canto a la vida. El genial autor de La isla del Tesoro, de El Dr. Jekyll y Mr. Hyde y tantos otros relatos incomparables desvela aquí los ingredientes esenciales de su visión de la vida. Su amor por la lectura y por la naturaleza está contado con su habitual talento e ironía, y acaso con un punto de cinismo. Stevenson, lector impenitente, recomienda la lectura, pero antepone la vida a los libros; elogia la diligencia, pero se ensaña con aquellos que sólo se ocupan en ser diligentes y «resultan secos, rancios y dispépticos en las mejores y más brillantes etapas de la vida». Y nos recuerda que «No hay deber que infravaloremos más que el deber de ser felices. Siendo felices, vamos sembrando por el mundo anónimos beneficios, que nos son desconocidos incluso a nosotros mismos y que, cuando eclosionan, a nadie sorprenden más que al benefactor». Una pequeña lección de ética en el mejor sentido.