Un hombre en medio de la nieve. También un perro. El perro, tantas veces víctima de la crueldad humana, de las novelas de Jack London... Bosques y arroyos congelados. Y un frío (estamos muy al Norte, en el Yukón) que, literalmente, mata. ¿Es despiadada la naturaleza o lo son sólo los hombres? No hay en ninguna de las dos versiones de esta historia, que reunimos por primera vez en nuestra edición, espacio para lo «sentimentaloide», y pocas veces el carácter de los hombres ha sido tan bien radiografiado como en estas pocas pero fundamentales páginas: angustiosas, hermosísimas y terribles a la vez.
En 1902, Jack London llegó a Londres con la intención de escribir un reportaje sobre el East End, la zona este de la ciudad, donde se hizo pasar por un vagabundo, con el fin de poder penetrar en el Abismo, tal como él lo llamaba. Su curiosidad le llevó a visitar los slums, los llamados barrios pobres de la ciudad, en donde se hacinaban cientos de personas en condiciones infrahumanas, mientras que las clases acomodadas se beneficiaban de la política colonial que el Imperio llevaba a cabo en sus colonias. London descubrió la extrema pobreza, la proliferación de los sin techo que dormían en los bancos de los parques, la desesperación de los desempleados y de los enfermos sin asistencia que vivían en la más absoluta miseria.
El vagabundo de las estrellas es la última novela que escribió Jack London. Es una feroz crítica de la tortura y de la pena de muerte, y una metáfora del placer emancipador de la lectura. Convicto por asesinato en la cárcel de San Quintín, Darrell Standing es sometido al castigo adicional de verse inmovilizado en una terrible camisa de fuerza. El tormento físico le dará acceso a otro plano de existencia en el cual puede recorrer sus vidas pasadas. La historia se desarrolla en 1913 y la novela es tan actual que no podemos sino estremecernos al leer uno de sus últimos párrafos: «He oído que Europa está en crisis desde hace dos años, y que hubo despidos masivos, y que ahora les llega el turno a los Estados Unidos. Eso significa que pronto puede haber una crisis económica, tal vez un ataque de pánico financiero, y que habrá más parados el próximo invierno, y que las colas del pan serán largas...». Por todo ello esta novela, formada por los relatos de las diferentes vidas de su protagonista, es un homenaje a la imaginación y a su enorme poder de evasión. «Pocas obras literarias son tan capaces como esta de hacernos sentir físicamente, casi dolorosamente, el peso de lo que nos encadena y el poderío de lo que nos hace infinitos. Ahora la releo y envidio a los jóvenes que vayan a conocerla por primera vez» Fernando Savater
Jack London, escritor aventurero y trotamundos, soñaba con una casa ideal que, antes de poder construir en piedra, construyó con palabras en este ensayo breve pero rico en ideas.
El hombre que contaba historias es un precioso y breve cuento de Oscar Wilde, y da título a esta antología, que contiene relatos de ocho de los principales autores anglosajones de todos los tiempos: cuatro británicos -Daniel Defoe Charles Dickens, Robert Louis Stevenson y Oscar Wilde- y cuatro estadounidenses -Edgar Allan Poe, Mark Twain, O. Henry y Jack London-. La antología ofrece a lectores de todas las edades la posibilidad de conocer a estos grandes autores de la literatura universal, una ocasión para disfrutar de su literatura en pequeñas perlas. Algunos de los relatos están entre los más célebres de sus respectivos autores, otros son joyas poco conocidas; todos son, en uno u otro sentido, significativos de cada autor. El conjunto presenta una amplia variedad temática y una gran amenidad y calidad literaria. Encontramos aquí misterio, humor, filosofía y aventuras, una combinación de literatura de primer nivel. Las preciosas ilustraciones de Esther Saura Múzquiz iluminan los relatos.
Lo sepan o no, la mayoría de las novelas y películas apocalípticas, hoy tan de moda, en las que una fulminante pandemia casi hace desaparecer a la humanidad, tienen su justificación y su origen en el primer relato de este volumen, La peste escarlata en 2013, (The Scarlet Plague, 1912), en el que un anciano, antiguo profesor de la Universidad de San Francisco, relata a sus medio salvajes nietos del 2073 los sucesos de los que fue testigo sesenta años antes. Lo acompañan otros cuatro excelentes cuentos de las tierras de Alaska, donde sus personajes, en condiciones siempre extremas, revelan su lado menos humano. Sin duda, el territorio literario más explorado por Jack London y en el que están ambientadas algunas de sus más personales y felices novelas.
Un relato que arrastra al lector, magistralmente escrito, en el escenario del terrible invierno de las regiones del norte del Canadá, en el que un hombre solo lucha por su supervivencia en las condiciones más hostiles.
«Se aceleraba el ritmo cardíaco y aumentaba la temperatura corporal. Después aparecía la erupción escarlata, que se extendía como un reguero de pólvora por la cara y por el cuerpo » En 2013 estalla en las principales ciudades de la Tierra una peste fulminante que se propaga con rapidez hasta el último rincón habitado. No hay para ella antídotos conocidos; en cuestión de días, el vano éxodo de los pobladores vacía las ciudades, devastadas por el pillaje, los incendios y la violencia. Con el paso del tiempo, unos pocos supervivientes van formando pequeñas comunidades mientras a su alrededor una vegetación asilvestrada, sin control, ahoga las zonas antes cultivadas, y los animales domésticos, con garras y dientes, tratan de asegurarse un lugar en el nuevo orden zoológico. Sesenta años después de la tragedia, el último super-viviente de la peste entonces joven profesor universitario y ahora anciano de casi noventa años intenta al final de su vida transmitir algo de experiencia y sabiduría a sus nietos casi salvajes, evocando un mundo que ya nadie sabe que ha perdido. La Peste Escarlata (1912), un clásico memorable sobre la fragilidad de la civilización, inauguró el género de novela catástrofe y dejó su huella en libros tan notables como La Tierra permanece (1949), de George R. Stewart, y La carretera (2006), de Cormac McCarthy. Las ilustraciones realizadas para esta edición por el gran artista argentino Luis Scafati añaden una dimensión onírica, a los horrores de ese futuro apocalíptico imaginado por Jack London.
Una gran novela de Jack London, en la que nos cuenta la historia de un joven que logra recordar no solo los hechos de su pasado, sino los de sus ancestros, y así remontarse hasta la noche más oscura de los tiempos. Escrita en 1907, Jack London nos ofrece su visión sobre la evolución humana de un modo que no tiene antecedentes en la literatura fantástica. Todo ello mediante las experiencias oníricas del protagonista a y a través de su álter ego, un joven homínido que entra en contacto con una sociedad mucho más avanzada y brutal. «Me atrevo a afirmar que ninguno de los hombres que han hollado la tierra se vio jamás atormentado de un terror semejante y tan intenso como el mío. Porque el mío es el terror de remotísimos tiempos, el terror desenfrenado del mundo primitivo. En resumen, era el terror que imperaba, supremo, en el período que llamamos Medio-Pleistoceno.» Jack London (1876-1916) fue un escritor estadounidense conocido sobre todo por sus obras ambientadas en el Klondike durante la fiebre del oro, como Colmillo blanco y La llamada de la selva.
En sus cuarenta años de vida Jack London escribió 197 relatos en los que priman la aventura y la épica lucha del hombre enfrentado a un entorno hostil. Una investigación de la Universidad de Stanford ha catalogado y recopilado cronológicamente, por primera vez, todos estos cuentos, treinta y seis de ellos inéditos, en una obra colosal dividida en tres tomos. El primero, que comprende los 87 relatos escritos por el gran autor norteamericano entre 1893 y 1902, aparece ahora en traducción íntegra de Susana Carral, realizada expresamente para esta edición. Escritos durante la adolescencia y juventud de London, en ellos da cuenta de su experiencia juvenil, cuando a los diecisiete años se embarcó como marinero rumbo a Japón en la goleta Sophia Sutherland, y su posterior búsqueda de oro en Alaska, donde la sombra de la muerte escondida entre el hielo estuvo a punto de costarle la vida.
Pocos relatos resumen con tanta perfección el mundo aventurero y salvaje de Jack London como Encender una hoguera. Escrito originalmente en 1902, su autor lo pulió y modificó hasta ofrecer su versión definitiva en 1907. Esta historia de un hombre y un perro que avanzan al atardecer por un bosque nevado, a sesenta grados bajo cero, guarda muchos paralelismos con Colmillo Blanco y La llamada de la selva, las dos novelas más populares de London, en las que también hay paisajes invernales, fidelidad del perro hacia el hombre, soledad y muerte. Pero aquí, además, incorpora un matiz inquietante que en ocasiones se acerca al terror. Raúl Arias transmite con sus ilustraciones la angustia y la soledad de los protagonistas, la ominosa presencia de lo salvaje, el egoísmo humano ante el acecho de la muerte y la sincera fidelidad de un perro.
Novela publicada en 1915, " El vagabundo de las estrellas " deja entrever dentro de la obra de Jack London (1876-1916) un cambio que su prematura muerte dejó en suspenso. La apuesta por la integridad moral del individuo frente a la moral convencional de la sociedad que impregna todas sus creaciones, deja espacio aquí a una nueva posibilidad para integrar este conflicto. Convicto de asesinato en la cárcel de San Quintín, Darrell Standing se ve sometido al castigo adicional de verse inmovilizado en una terrible camisa de fuerza. El tormento físico dará en su caso el acceso a otro plano de existencia en el cual puede recorrer sus vidas pasadas: «Únicamente la carne muere y se transforma (...) el espíritu perdura y continúa construyéndose sobre sí mismo a través de encarnaciones infinitas y sucesivas en su eterno ascenso hacia la luz».