Otra educación es posible trata de un juego de complicidades, de un juego de lo posible que se abre en muchas direcciones, itinerarios o ámbitos de sentido. ¿Qué significa para nosotras, las personas, que otra educación es posible? Esa promesa de incertidumbre nos invita a creer que podemos vivir de otra manera y nos sirve para concebir otros mundos en los que saber hacer cómo transformar la convivencia con nuevos sueños por soñar. Cuando dialogamos, ejercitamos nuestros usos lingüísticos para el juego inclusor del reconocimiento mutuo entre anteriores y posteriores, padres e hijos, maestros y alumnos, o, simplemente, los unos y los otros, como personas con y entre personas, es decir, como constructores de sentido. Y es que es dialogando como creamos la unidad de medida para los asuntos humanos en la relación, en el vínculo, en el mismo acontecimiento de la comunicación recíproca, que es el sueño compartido de animales simbólicos narrando redes de relaciones en el entorno que habitamos para saber cómo hacer mejor que jueguen a nuestro favor. Esta es la utilidad, el valor de uso que quiero creer que tienen los doce diálogos de los que este libro da testimonio, porque todos ellos juegan al amor al lenguaje humano, y mediante la filosófica metáfora de la conversación abierta entre personas, de alguna manera, cada uno de ellos nos está invitando a dejar de lado la inhumana metáfora de la educación de los mercados para sumarnos a la metáfora de la educación dialógica: un territorio para la convivencia que está por que lo hagamos venir, en el que nadie es poseedor de la verdad y en el que todo el mundo tiene derecho a ser escuchado.