La más sutil deconstrucción francesa accede a conversar aquí, con meridiana claridad, lo mismo sobre nuestra música popular que sobre nuestra gran literatura, y hasta sobre nuestra más o menos impensada excentricidad o sobre nuestra franca condición de arrabal en materia filosófica. No está del todo claro que nosotros pertenezcamos, en Iberoamérica toda, a la estricta civilización Moderna; pero lo que sí está claro, y es incluso actualidad política y hasta mediática, es que esa civilización declina ya, en el cada vez más cercano horizonte. Estamos entrando en una inmensa mutación de la humanidad, de la tierra misma, de la vida
Una mutación de la misma amplitud que tuvieron las del cristianismo, el capitalismo, y las transformaciones técnicas del siglo XIX.