Se interesa no tanto por el contenido cuanto por la lógica de los juicios estéticos. El sentimiento de lo bello surge del libre juego de la imaginación y el entendimiento sin la intervención de ningún concepto, frente a lo que ocurre en la aprehensión espacio-temporal de los objetos. Por el contrario, en el sentimiento de lo sublime el juego se realiza entre la imaginación y la razón.