Más de una vez se ha dicho que hay un poeta y un narrador y un filósofo llamados todos ellos Alfonso Sastre, y cuya existencia ha sido ocultada y hasta borrada por la notoriedad que, a pesar de todas sus vicisitudes, ha adquirido el dramaturgo del mismo nombre. Hoy nos toca revelar y poner a la luz la existencia de este poeta «lírico y doméstico», como él gusta de llamarse, y lo hacemos de la mejor manera posible, reeditando sus libros de versos, a saber, Balada de Carabanchel y otro poemas celulares (1976), El español al alcance de todos (1978), T.B.O. (1978), y Vida del hombre invisible contada por él mismo (1994), a los que se añade el inédito Residuos urbanos. Queda fuera y completa este conjunto El Evangelio de Drácula, que apareció en 1997 en esta misma casa editorial, en homenaje a la gran novela de Bram Stoker. En realidad, la cronología de estos poemas comienza en 1942, cuando el poeta escribió sus primeras «baladas ingenuas», aún bajo el influjo de poetas tan diferentes y lejanos entre sí como François Villon, Garcilaso de la Vega, Rubén Darío o Francis Jammes y de un cristianismo litúrgico y estético. Mucho más tarde aparecen en su obra las huellas de otros poetas que se movieron en el área del marxismo y a los que pronto amó fervientemente, como César Vallejo y Nazin Hikmet. Lo doméstico y lo político residen en el mismo corazón de su lírica, de manera que en él quedan felizmente desarticuladas las categorías de la preceptiva poética convencional.