A él se debe la forma moderna del relato, en el que el estado de ánimo influye profundamente en la obra. Utiliza temas de la vida cotidiana, en particular se centró en retratar la vida rusa anterior a la revolución de 1905. «Chéjov quiere que sus cuentos se lean sin esperar nada de ellos, a semejanza de sus protagonistas, que han renunciado de antemano a ser favorecidos por la suerte. Los cuentos de Chéjov aparentan ser, un fragmento banal de una vida que se cuenta sin intención ninguna. Y sin embargo... todos ellos esconden un secreto debajo de la desnudez con que se cubren. Un secreto susurrado entre líneas... que perdura en la conciencia de los lectores con más intensidad que un final feliz. ...esos gestos... no son perceptibles nada más que a través del ventanuco que comunica a los lectores con el recinto de la ficción. Y son... los responsables de que, al terminar los relatos, nos embargue una felicidad imprevista, no acorde con la lectura de unos cuentos sin final feliz.» Esperanza Ortega.