San Francisco de Sales brilló en su tiempo con celestial esplendor (Pablo VI) e influyó de forma decisiva en la vida de la Iglesia, haciendo florecer una espiritualidad del amor, de la interioridad, de la sencillez. Su devoción se extendió rápidamente en el pueblo cristiano y sigue viva actualmente. Esta novena es un homenaje al Santo de la bondad, de la mansedumbre y de la dulzura; y lo es también a todas las ramas religiosas que tienen sus raíces espirituales en san Francisco de Sales.