María, la Estrella que precede a Cristo, se convierte, por su maternidad virginal, en Causa de nuestra alegría. Ella es el Arca de la Alianza donde se encuentran el cielo y la tierra; la Esposa «toda bella» en la que se refleja la Gloria de Dios. Para nosotros, los cristianos, la Virgen es Madre y Maestra de vida espiritual, que inspira nuestra piedad de hijos. Ella es, en definitiva, la Puerta del Cielo «que dio paso a nuestra luz, el Señor Jesús».