«Cuando en el horizonte de Iruña todavía se alza el Monumento a los Caídos y Cripta del golpista general Mola, cuando en el Fuerte de Ezkaba se derriban muros para ocultar sus trazas de penal de exterminio, cuando por toda la geografía de Navarra sobreviven intactos numerosos símbolos del franquismo, el proyecto comprometido y comprometedor de esta exposición se hace imprescindible. Es preciso contrarrestar el silencio oficial y la infamia de los monumentos, con las armas críticas y cotidianas del arte. Frente al fresco de otro Ramón, Ramón Stolz, en la cúpula del Monumento a los Caídos que, a mayor gloria de los requetés, nos muestra la épica de los verdugos, hay que contraponer la dolorosa memoria de las víctimas de las pinturas de José Ramón Urtasun, como un puñetazo visual en el imaginario colectivo de Navarra.» (Iñaki Arzoz) Las organizaciones de la memoria histórica no podemos permitir la impunidad de aquel comportamiento criminal que trituró tantas vidas y las redujo al olvido, ni rendirnos al derrotismo, por un elemental deber de justicia para con la víctimas. Y, también, porque la denuncia de aquella barbarie sirve de antídoto contra la prepotencia de los actuales poderes económicos, que con la anuencia de las castas políticas exhiben, como los poderosos de entonces, el mismo desprecio por la vida de la ciudadanía, con el disfraz de razones económicas interesadas. (C. Martínez)