El ser humano es el animal más complicado de definir no por la falta de información sino por toda la que ha generado. El problema está en rescatar, conocer y divulgar esa información sin olvidar ninguna de las partes que la compone. Uno de esos olvidos ha estado en el estudio de los paleobasureros conservados en los yacimientos arqueológicos. Los resultados obtenidos del estudio de los huesos y conchas analizados nos han proporcionado una valiosa información histórica y natural del mundo que nos rodea y del que existió. Desde esta información paleobiológica ofrecemos una ventana desde la que observar el actual paisaje de la historia vivida desde el día a día de nuestros antepasados cuya diversidad cultural queda reflejada en las costumbres alimenticias, en las ofrendas animales o en la genética de las actuales especies domesticadas. Desde la biología, la genética y la arqueometría se ensancha y crece la historia cultural y natural del Bajo Guadalquivir como ejemplo de lo que los paleobiólogos podemos aportar a la arqueología. Si bien nuestra aportación trata de identificar las especies animales que nos hemos utilizado como recurso para nuestra supervivencia también aportamos una visión de quiénes somos los humanos, de cómo nos hemos diversificado en distintas culturas del comer y el impacto de toda esta actividad en quiénes somos en la actualidad. Como un primer trabajo de la aportación paleobiológica en el conocimiento de nuestro patrimonio histórico-natural se presenta este libro cuyos resultados parten de 12 yacimientos arqueológicos localizados en el entorno de la paleodesembocadura del Guadalquivir con el objetivo de describir algunas características del medio y de la relación de los humanos con este durante el primer milenio a.C., un periodo marcado por el intercambio cultural con otros pueblos de la Cuenca Mediterránea.