Navarra se enfrentó, y no era la primera vez, al comienzo de la Segunda República Española (1931-1932) a varios dilemas políticos institucionales: aprobar un Estatuto de Autonomía o continuar, renovándola acaso, con la Ley Paccionada (1841), que regulaba su relación con el resto de España y con el Estado Español; aprobar un Estatuto de Navarra o un Estatuto del País Vasco o del País Vasco-Navarro, juntamente con Álava, Guipúzcoa y Vizcaya; aprobar un Estatuto con varias facultades de carácter confesional católico o un Estatuto laico, acorde con la Constitución Española de 1931
El autor estudia, punto por punto, y ayuntamiento por ayuntamiento, esta compleja y delicada experiencia histórica, tan actual todavía hoy.