Para crear un salón literario en París es preciso poseer una personalidad brillante, un exquisito trato social y buenas relaciones; para mantenerlo durante sesenta años y convertirlo en punto de referencia internacional hay que ser, decididamente, alguien fuera de lo común. Natalie Clifford Barney (1876-1972) agrupó a su alrededor los nombres más señalados de la cultura en la patria de las salonnières.