Carlos y Toño son los niños encargados de inflar los globos que todos los años, en un pueblo llamado La Piedad, sueltan el día de la fiesta dedicada a Santa Margarita. Su carácter travieso les hace pensar en la siguiente broma: esconder los globos entre las ramas de un árbol. Sin embargo, cuando los están desatando, se enredan con las cuerdas, y globos y niños suben hasta llegar a la luna. Allí conocerán a otros niños, que destacan por su gran sabiduría. Sin embrago, no saben qué es una naranja ni qué es un limón. Toño y Carlos les descubrirán su maravilloso sabor. La temática de ciencia ficción es la clave de esta obra, articulada de tal forma que la escenografía no supondrá ninguna dificultad en la representación.