Egon Erwin Kisch dilató las fronteras del género hasta los límites de la literatura; fabuló la realidad, la dramatizó, hizo palpitar los hechos y contribuyó a que el reportaje sirviera para transmitir y explicar al lector los cambios vertiginosos que se estaban produciendo en los años veinte del siglo pasado. Kisch aprendió muy pronto a observar y describir lo cotidiano. La resonancia de sus reportajes, que aparecían en numerosos diarios y revistas, fue tan grande que enseguida se publicaron tomos recopilatorios, algunos de los cuales estarían entre los libros más vendidos durante la República de Weimar. Su estilo ágil e incisivo, la presentación visual, casi fílmica, la perfecta ambientación de los lugares donde transcurren los hechos y una tensión narrativa que consigue atrapar al lector desde la primera línea convirtieron a Kisch en el maestro del reportaje literario en lengua alemana.