En un sistema internacional que ha sido monopolizado por los actores estatales y sometido, por tanto, al juego de sus intereses, la aparición de los movimientos sociales con actividades mas allá de las fronteras nacionales es un elemento cuando menos innovador. Por eso las obras más tradicionales en el estudio de las Relaciones Internacionales los han ignorado, excluido o marginado. Su espontaneidad, su heterogeneidad, su ruptura con el orden establecido, su compromiso con las llamadas causas perdidas, su vinculación a las demandas de una población que no tiene casi ninguna otra forma de expresión las excluye de la ortodoxia dominante. Hoy su escenificación es innegable en buena parte del planeta, pero siguen planteándose muchos interrogantes con respecto a su naturaleza, características y su grado de influencia o poder. Esta obra aclara buena parte de esas dudas, desde una profunda reflexión que la autora viene realizando tanto desde el punto de vista académico como desde su compromiso con algunas de las demandas de esos grupos. Nada mejor que estudiar este fenómeno en el marco de la creciente consolidación de otro actor como es la Unión Europea y qué tipo de relevancia tiene a la hora de poner en práctica su acción exterior. Lo que está en juego no es un simple reparto de roles, sino el alcance que tiene la democratización en ese proceso de integración y, por extensión, en el conjunto de este mundo globalizado.