La historia humana no se entiende sin los movimientos migratorios, parte consustancial de todas las épocas y sociedades. Ahora bien, tras la Segunda Guerra Mundial, por primera vez se estableció la diferencia entre migrantes y refugiados, y los Estados tuvieron que aprender a gestionar una realidad nueva. Este libro nos enseña cómo se crearon para tal fin los primeros organismos internacionales. Había que dar soluciones a los cientos de miles de seres alejados en masa de sus hogares y lugares de trabajo, huyendo de los horrores de la guerra. Así nacieron la Organización Internacional para los Refugiados y luego el Comité Intergubernamental para las Migraciones Europeas. Con claridad y rigor, el joven historiador Emilio Redondo nos desentraña las complejidades de esas nuevas realidades migratorias en las que seguimos inmersos, tanto por nuevas guerras como por las nuevas y crecientes aspiraciones sociales y económicas. Además, el estudio de la común historia migratoria entre España y Argentina le permite al autor conocer y descifrar las claves del arranque de una etapa marcada por la globalización como dato insoslayable. Es revelador que la propia dictadura franquista tuviera que prescindir del orgullo nacionalista y de sus prejuicios antiemigratorios para vender la emigración como algo positivo. El beneficio de la recepción de remesas era indudable; por eso, desde 1956-1960, por ley, la dictadura convirtió la emigración en “un factor decisivo de la presencia de España en el mundo”. Nada menos y… ¿seguimos en esas?