Willa Cather construye en Mi enemigo mortal (1926) una espléndida nouvelle sobre la ambición y el desencanto. Trabajada exquisitamente sobre el punto de vista, la concentración narrativa y un sentido del pathos excepcional, esta parábola rica y profunda es un perfecto ejemplo del estilo de una de las narradoras más importantes de la literatura norteamericana de principios de siglo.