“El ciclismo es ante todo amar. Y para percibir el resplandor de ese amor hay que entender a los ciclistas, sentirlos, sondearlos hasta los tuétanos, actualizar ese gran misterio que es la pasión”. Cyrille Guimard no se anda con medias tintas a la hora de presentarnos sus memorias. Es su estilo, y siempre lo ha sido: primero como corredor, un sprinter versátil capaz de poner en aprietos al mismísimo Eddy Merckx; luego como director deportivo, el más laureado del Tour hasta la llegada de la era Armstrong; y finalmente como comentarista de radio y televisión. Por estas páginas desfilan los últimos 50 años de historia del ciclismo, una historia fascinante, turbulenta y polémica como el propio Guimard, de la que él mismo es protagonista y artífice de primera línea. La franqueza a veces brutal del Jefecillo, como lo bautizaron sus compañeros de equipo cuando debutó en profesionales, se cobra alguna víctima ilustre en este volumen trepidante e imprescindible, aunque también erige alguna que otra estatua. Las modernidades del ciclismo, léase pinganillos, puntos UCI y dopaje científico, también se llevan su parte de crítica implacable. No hay duda de que alguien que lleva tanto tiempo metido en carrera sabe muy bien de qué habla.