Abundan, en nuestros días, los escritos sobre la Iglesia. No suelen ser polémicos ni apologéticos, sino teológicos y pastorales. El Vaticano II se ha transformado en un generoso hontanar para la eclesiología. En este concierto de reflexiones sobre la Iglesia, ve hoy la luz una obra significativa, que emerge de los siglos pasados por sus propios méritos. Pertenece, histórica y geográficamente, al contencioso religioso centroeuropeo de los siglos XVI y XVII. Conserva el sabor de lo fronterizo y lo novedoso, desconociendo el resultado futuro. Viene envuelta del ropaje propio de la controversia, de la polémica reformista, pero nos trae la más pura teología de ayer y —en buena medida— de hoy. El espíritu ecuménico de nuestros días no debe trivialízar las diferencias doctrinales existentes entre las distintas Iglesias. El hecho de que nos miremos a los ojos con cariño los hermanos separados y de que oremos juntos pidiendo por la unidad de nuestras Iglesias será más válido si también conocemos mejor las diferencias doctrinales que nos separan. Esta obra del misionero del Chablais, que la BAC ofrece hoy al mundo de habla española, contribuirá, sin duda, a conocer mejor el problema existente para mejor poder resolverlo. Francisco de Sales escribe su teología para los seglares. En una época en que se escribe en latín y se discute en escuelas, su autor emplea la lengua vernácula para acercarse al hombre de la calle y lleva su reflexión a la casa familiar y a los lugares de convivencia social. Se trata de una divulgación teológica. Más tarde emprenderá otra tarea meritoria en sus escritos: hacer de la espiritualidad un patrimonio común para el hombre del mundo. Esta obra no es, exclusivamente, el testimonio de una época pasada ni se ofrece solamente como riqueza bibliográfica para los estudiosos de la eclesiología de la época de la Contrarreforma. Sostiene con garbo un planteamiento teológico para seglares. Tiene a ser un «prontuario» de la teología sobre el misterio de la Iglesia. Es evidente que, desde entonces, la reflexión teológica ha avanzado y que determinadas consideraciones del autor son circunstanciadas e insostenibles hoy día. El conjunto —sin embargo— es coherente, articulado y profundamente esclarecedor para los creyentes que quieran vivir y conocer mejor la Iglesia de Cristo.