La Biblia es un libro vivo, polifónico, sincrónico, maravilloso y a la par terrible. Sin él no se entiende nada de la civilización judeocristiana. Por ello, no puede ni debe leerse a la ligera. Requiere constantes interpretaciones que no por casualidad se adaptan al siglo de los lectores que se aproximan a él. La Kábala tiene muchas de sus claves secretas, ya que se trata de un arte de leer su entrelineado, sus oscuras relaciones textuales a la vez que sondear su profundidad, la cual nos conduce casi por milagro a las más modernas concepciones científicas, desde la informática a la biología, de la lingüística a los hologramas. La red que captura esa materia nutritiva y asombrosa no es otra que el hebreo bíblico, código ancestral a la vez que fantástico. Meditaciones kabalísticas nos sumerge en la ilimitada profundidad bíblica de la mano de uno de los más insignes conocedores de la tradición judaica.