Sobrepasada la primera década de este siglo XXI, gran parte de las dudas que se tenían sobre el futuro de la mediación se han disipado y la ley 5/2012 de 6 de julio -Ley de Mediación en Asuntos Civiles y mercantiles- ha facilitado que la mediación dé el espaldarazo definitivo y se consolide como modelo alternativo y a la vez complementario al judicial. Empero, se siguen manteniendo algunos de los viejos males que siempre han acuciado a su ejercicio, la ya consabida percepción de intrusismo y una endeble presencia de autocrítica que podría frenar el avance de la mediación como disciplina. Si algo debemos tener por cierto es que el futuro de la mediación pasa por la interdisciplinariedad. Hoy por hoy, la mediación goza de buena salud y va recalando en otros espacios que hasta entonces no contaban con su presencia ni experiencia. Del ámbito laboral, mercantil o familiar al ámbito escolar, penal, intercultural etcétera. También se observa un paulatino desarrollo de metodológicas específicas para cada uno de esos ámbitos de reciente inclusión, así como un creciente espíritu de intervencionismo social.