María de Nazaret ha sido una mujer que ha roto todos los moldes. Millones de personas acuden a sus santuarios. Miles de creyentes se reconocen protegidos por ella y viven en profunda comunión con ella. Centenares de pensadores reflexionan sobre su figura. Artistas de todas las épocas representan su imagen liminal. Fue la madre de Jesús, a quien confesamos Hijo de Dios y Cristo. La transcendencia de su figura se revela en la forma como de ella habla, tanto el Nuevo Testamento como la Iglesia. No sólo es un personaje histórico, sino todo un símbolo teológico, religioso. Ahí radica la Mariología, como parte integrante de la teología. El desarrollo teológico de la época posconciliar exigía un replantamiento serio de los grandes temas mariológicos. Esta es la intención de esta mariología (bíblica, histórica y simbólica o semántica). ¿Es posible dar razón de nuestra fe —en su dimensión mariana— en este tiempo? Creemos que sí. Es más, la mariología aporta, en su dinamismo, una cierta conmoción a todo el ámbito teológico.