«María cree profundamente en el Dios misericordioso y proclama que ?su misericordia llega a sus fieles de generación en generación? (Lc 1,50). Como ella, también los creyentes de hoy creemos y confesamos al Dios de la misericordia que, a través de su Hijo Jesucristo, nos ha dado la salvación que anhelamos y ha cambiado la condición humana, convirtiendo la opresión en libertad, la ignorancia en conocimiento de la verdad, la tristeza en alegría, la muerte en vida, el pecado en gracia, la enfermedad en salud. En María tenemos un ejemplo admirable de compasión y de salud integral. Pero, además, en ella encontramos a la mejor patrona e intercesora. En este sentido, nada es de extrañar que, desde los primeros siglos de la era cristiana, los creyentes en Jesucristo también la hayan invocado como salud de los enfermos. Por ser madre de Cristo, Salvador de los hombres, y madre de los fieles, socorre con amor a sus hijos cuando se hallan en dificultades. Al contemplar a María como ejemplo de mujer misericordiosa y sana, nos sentimos animados a cuidar nuestra salud y la de los demás en un sentido integral: a cuidar nuestro cuerpo y a cuidar nuestra alma procurando salir al encuentro de los enfermos» (Tomado del Prólogo, de Jesús Fernández González, Obispo Responsable de Pastoral de la Salud de la CEE).